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Fig. 1. Fragmento del negativo de vidrio ATN/CID/149, que reproduce el archiconocido colofón del Códice de Vivar.
En esta sección de la web de la biblioteca iremos rescatando obras "especiales" que lleguen a nosotros por diferentes motivos: preparación de una exposición, revisión de la colección, nuevo ingreso, etc.
El mes pasado hemos celebrado la “fiesta del libro” con la publicación de la web El Arte Español: la colección fotográfica de la Exposición Internacional de Barcelona (1929), entre cuyas novedades se incluían las fotografías más antiguas y completas (que se conocen) del códice único del Cantar de mio Cid, las cuales fueron adquiridas por el CSIC en marzo de 1943.
En ese mismo contexto cidiano, y en el mes en el que el desconocido Per Abbat escribió (en la acepción de copiar) el manuscrito que reprodujo el que se guarda en la Biblioteca Nacional, la Biblioteca TNT quiere destacar, como pieza de mayo, otra curiosa edición del simpar cantar de gesta.
Se trata de la editio princeps que el posterior fundador de la Hispanic Society (of America), Archer Milton Huntington, publicó en tres tomos, en 1897, en 1901 y en 1903. El primero, tenía su propia transcripción del poema; el segundo, una traducción a su lengua materna; y el tercero, una serie de meticulosas notas que completaban los tomos anteriores. Para su redacción y edición, el autor dedicó poco más de una década de trabajo, el cual incluyó el análisis y el cotejo del códice original. Al parecer, lo examinó durante su primer viaje a la Península, en 1892, en el que también aprovechó para fotografiar tierras y paisajes cidianos, pues no son pocos los ejemplos que atestiguan la afición del hispanófilo por el «lápiz de la naturaleza» (Almarcha y Lenaghan, 2012: 316-319).
Figs. 2 y 3. Ilustraciones (grabado y fotografía) del t. I del Poem of the Cid (Huntington, 1897)
Incluso, es probable que fotografiase el vetusto manuscrito en casa de don Alejandro Pidal y Mon, al que dedicó el tercer volumen (quizá in extremis, pues la oblación está en un folio encartado).
Su edición fue bien recibida por los estudiosos. El propio don Ramón Menéndez Pidal, al que se adelantó un año en la publicación de su trabajo, la elogió y aseguró que era “superior en fidelidad y corrección al de todas las ediciones anteriores” (1904: 218). Y destacaba que el último tomo, el III, era el de mayor interés, por las exhaustivas anotaciones, verso a verso, con variantes ofrecidas por editores previos, notas paleográficas, división textual según su serie asonántica, reproducciones de las abreviaturas del manuscrito (lo que suponía una destacable proeza tipográfica), etc.
Hoy, más de un siglo después, aunque están disponibles varias copias digitales de aquel magno trabajo, éstas siempre se han hecho a partir de ediciones posteriores, más comunes y corrientes. Pero la primera, nuestra pieza del mes, estuvo tan ciudada y fue tan lujosa, que el propio British Museum casi se queda sin uno de sus 100 limitados ejemplares, por su “altísimo” precio (cf. O’Neill, 2011: 260-261). Ellos, a diferencia de los posteriores, se hicieron en formato fol. (reducido a 4º y 8º después), se tiraron a dos colores (negro y rojo), se imprimieron sobre un regio y ahuesado papel verjurado, se encuadernaron en pergamino con estampaciones doradas y cintas de cierre (en simple tela editorial, con camisa, en las posteriores ediciones). Pero lo más significativo, y una de las grandes rarezas de aquella primera edición, fueron su media centena de ilustraciones heliotípicas, que prácticamente son desconocidas por el gran público, pues se elidieron en todas las ediciones que le siguieron.
Nuestro ejemplar se incorporó entre los cinco mil documentos que pertenecieron a don Francisco Rodríguez Marín, quien murió el mismo año (1943) en el que el CSIC compró las fotografías de la Exposición Internacional de Barcelona. Está, por esa razón, dedicado nominalmente por el hispanófilo americano. Una pieza que hoy queremos destacar por partida doble, por sus singularidades bibliográficas, y por poseer las (segundas) fotografías publicadas más antiguas del Poema del Cid.
Texto: Jon Zabala
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