Samuel Gili y Gaya

Bibliografías especializadas

Semblanza

"yo me veo a mí mismo como un aspirante perpetuo a maestro de escuela"

(Discurso de recepción en la RAE, 21 de mayo de 1961)


Samuel Gili Gaya nació en Lérida el 16 de febrero de 1892 y allí cursó sus estudios de Bachillerato. Era un estudiante brillante y ya entonces quería ser maestro, dedicarse a la enseñanza. Con la idea de disponer de medios económicos se licenció en Farmacia, en la Universidad de Barcelona (1912). Como farmacéutico trabajó durante algunos años en su ciudad natal, pero su vocación pedagógica y sus intereses humanísticos lo llevaron a Madrid, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras (1915). Recibió clases de Américo Castro y durante el curso de Doctorado conoció a Ramón Menéndez Pidal, quien le abrió las puertas del Centro de Estudios Históricos (CEH) creado en 1910, donde consiguió una beca (1916). Sus primeros trabajos fueron en Fonética, realizados bajo la dirección de Navarro Tomás, materia sobre la que publicó sus primeros artículos en la Revista de Filología Española y sobre la que elaboró su tesis doctoral Elementos fónicos que influyen en la entonación castellana (1924). Formó parte de la segunda generación de la Escuela de Filología Española, junto con Dámaso Alonso, Amado Alonso y Salvador Fernández Ramírez. Desde 1922 consta en las Memorias de la JAE que Gili Gaya empezó a reunir fichas para el proyecto del Corpus Glossariorum, el diccionario de los diccionarios del español anteriores al primero de la Academia, trabajo que vería la luz años más tarde y que es una de sus obras más reconocidas: el Tesoro lexicográfico (1947).

Gili Gaya participó en los cursos para extranjeros organizados por el Centro de Estudios Históricos y, en 1919, ganó por oposición la cátedra de Lengua y Literatura Española del Instituto de Baeza, donde conoció a Antonio Machado. El año siguiente obtuvo el traslado a Huesca, y en 1920 se incorporó al Instituto Escuela de Madrid. En este instituto experimental, con métodos nuevos y cuyo ideario institucionista propugnaba la reforma del país por medio de la educación, Gili Gaya desempeñó una de sus labores primordiales, siendo un excepcional pedagogo tanto con los alumnos adolescentes, como con los jóvenes profesores de Lengua. De aquellos años dijo: "aquel trabajo decidió el rumbo de mi vida, ya no quise ser desde entonces más que maestro, nada más y nada menos que maestro". Empezó entonces a colaborar en la "Biblioteca Literaria del Estudiante", y entre 1922 y 1936 publicó ocho volúmenes de "Clásicos castellanos". Las conexiones propiciadas por su vinculación con el Instituto Escuela lo llevaron, en 1930, a ser profesor en Puerto Rico y a ser propuesto Director de la escuela española del Middlebury College en Vermont, donde coincidiría con Gabriela Mistral. A principios de 1935, Gili Gaya se llevó una decepción al perder las oposiciones a cátedra del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, oposiciones en las que también concursó y que asimismo perdió su gran amigo Rafael Lapesa. La guerra civil dio un giro radical a su trayectoria profesional, pues supuso el fin del Instituto Escuela y del CEH. A pesar de que no fue políticamente activo, su implicación pedagógica durante la contienda, en el Instituto¬Obrero en Valencia y en Barcelona, hizo que se le acusara de "catalanista". Y, aunque se libró de los cargos de esta acusación, fue depurado por el Ministerio de Educación y trasladado al Instituto de Santander, y más tarde al de Torrelavega. Lapesa decía que: "en aquellos años superó adversidades y vejaciones a fuerza de buen humor y de laboriosidad". Gili Gaya dirigió las clases prácticas de los cursos de verano para extranjeros de la Universidad Internacional "Menéndez Pelayo" desde 1946. En 1955 el Ministerio de Educación lo designó junto con Fernando Lázaro y con Rafael Lapesa para constituir una comisión encargada de reformar la didáctica de la Lengua y Literatura española en la Enseñanza Media, reforma que, sin duda, ha sido bien aprovechada en los sucesivos planes de estudio de nuestro país por cuanto estableció un modelo de enseñanza de la lengua vinculada a la literatura, al conocimiento de la gramática como una reflexión sobre la lengua, a las prácticas y a los ejercicios.

Es muy reconocida la importancia de sus doctrinas gramaticales, que expuso en el Curso superior de sintaxis española (México, 1943); publicó además, en 1944, una Introducción a la Literatura Universal y, en 1945, la primera edición del Diccionario "Vox". De esta época data también su labor divulgativa, en forma de conferencias, charlas, seminarios, etc. Parece que fue la sordera lo que le llevó a dedicarse más de lleno a la investigación y a dejar la docencia. Dámaso Alonso, como director de la Real Academia Española (RAE), intervino para que Gili Gaya dispusiera de una comisión de servicios en el CSIC. Fue entonces cuando vio la luz su Tesoro lexicográfico, hasta que, en 1956, una "nueva preterición" -en palabras de Lapesa-, dirigida desde el propio CSIC, le hizo perder de nuevo unas oposiciones a un Instituto de Madrid. Esta fue la razón de que abandonara las tareas en el CSIC y, en consecuencia, se paralizara la publicación del malogrado e inconcluso Tesoro -las fichas inéditas, de la F a la Z, se conservan actualmente en la Biblioteca Tomás Navarro Tomás. Desde 1952 Gili Gaya colaboró en el Seminario de Lexicografía de la Academia en la preparación del Diccionario Histórico. En 1958, después de su jubilación, pasó un tiempo en la Universidad de Río Piedras de Puerto Rico, donde se le acogió y valoró como ninguna universidad española llegó a hacer nunca; el propio Gili se sentía "puertorriqueño por afección". De vuelta en España, la Academia lo eligió miembro en 1961 y su discurso de ingreso trató sobre Imitación y creación en el habla infantil. En la Academia formó parte de las Comisiones de Diccionarios y de Vocabulario Técnico. Compuso la Ortografía, que se presentó en el V Congreso de Academias, en Quito (1968). Su aportación más valiosa en las labores académicas fue la Sintaxis, que se incluye en el Esbozo de una nueva Gramática, redactado junto con Salvador Fernández Ramírez. El Esbozo se presentó en el VI Congreso de Academias de Caracas de 1972 y fue publicado en 1973. Gili Gaya siguió enviando papeletas para el Diccionario Histórico; sus últimas fichas léxicas fueron sobre las jarchas mozárabes. De entre sus muchas publicaciones y labores pedagógicas y de difusión, Gili nunca descuidó su ciudad natal, pues publicó a lo largo de su vida diversos trabajos sobre la lengua y la literatura de Lérida. Allí, en 1968, se creó en su honor la "Cátedra de Cultura Catalana Samuel Gili i Gaya".

El 8 de mayo de 1975 don Samuel falleció en Madrid. Alonso Zamora Vicente, Carmen Castro y Gerardo Diego, entre otras figuras destacadas, publicaron sentidas notas necrológicas en la prensa de los días siguientes, mientras que Lapesa escribió su semblanza para el Boletín de la RAE (1976). Recibió un homenaje póstumo (Suárez Blanco 1979) y se ha defendido una tesis doctoral sobre su vida y obra (Vila Rubio 1991). Gili Gaya fue correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, del Institut d'Estudis Catalans y de la Academia de Letras y Artes de Puerto Rico, así como miembro de la Hispanic Society of America y miembro de honor de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese, entre otras distinciones.

Samuel Gili Gaya fue un maestro eficaz y su valiosa obra lingüística destaca por sus aportaciones en Lexicología y Lexicografía (Tesoro Lexicográfico, Diccionario "Vox", Histórico, etc.), así como en Sintaxis y otras cuestiones gramaticales (Curso superior de sintaxis española, Esbozo, etc.); pero además, como otros miembros de la Escuela de Pidal, abarcó también otros ámbitos de la Filología, la Lingüística, la Crítica y la Historia literarias, al tiempo que fue una figura muy implicada en la didáctica de la Lengua y de la Literatura española.

Reseñado por: Esther Hernández Hernández (CV)

Instituto de Lengua, Literatura y Antropología (ILLA-CCHS-CSIC)

Publicaciones en DIGITAL.CSIC

Fecha: 17/09/2012

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