En los impresos teatrales del siglo XIX podemos distinguir dos partes: la cubierta y el cuerpo del libro. La cubierta está formada por medio pliego de papel de color que va pegado por el lomo al cuerpo del libro, formando sobre él una ligera encuadernación en rústica 1. Los textos están impresos en papel de pasta de madera doblados en octavo, siendo algunos de ellos de tamaño octavo marquilla. Los pliegos van cosidos con un pespunte simple o múltiple que puede verse en aquellos casos en los que se ha perdido la cubierta o esta se ha despegado del cuerpo del libro.
Este medio pliego cumplía una triple función: proteger la obra a la que acompañaba, dar uniformidad a la colección y difundir los datos principales de la empresa editora. Muchas cubiertas fueron separadas de las obras durante los procesos de encuadernación y esto ha motivado que sean documentos muy escasos. Pero gracias a ellos conocemos información sobre las galerías dramáticas y sobre el mundo editorial del siglo XIX español.
Un primer acercamiento a las cubiertas nos puede hacer pensar que eran propias de una obra concreta ya que en muchas de ellas aparece el título de la obra. Sin embargo, un análisis más detallado nos ha permitido confirmar que no siempre es así, y que obras que se imprimieron para formar parte de una galería o costeadas por su autor, fueron compradas por otro editor e incorporadas a su nueva colección con una cubierta nueva, siendo el cuerpo del libro un ejemplar impreso con anterioridad.
El estudio de estos impresos permitirá profundizar en los procesos editoriales y conocer mejor la historia de la edición en España en el siglo XIX.