Las imágenes que recopila la muestra son mayoritariamente retratos de estudio, tanto de grupo, en parejas como individuales. Se incluyen, además, dos retratos post mortem, una práctica muy habitual hasta el primer tercio del siglo XX. En el contexto de la época era muy poco habitual disponer de retratos de los seres queridos, o de mantener el recuerdo de los mismos si estos fallecían, de ahí la popularización de esta técnica que permitía guardar en el vivo recuerdo de la imagen los rostros de aquellos que ya no estaban. Además, en la colección también se incluyen dos fotografías en formato estereoscópico, un precedente en la creación de la imagen tridimensional. Algunos de los autores de las fotografías que recoge la muestra son Robert A. Carden, Charles C. Harrison, H. T Sherrill, J.W. Thompson y Silas, A. Holmes, Henry Negretti, Joseph Zambra, Franck Francois-Alexandre-Louis-Marie de Gobinet Villecholles, Antonio Fernández y Anais Tiffon, entre otros. De manera general se desconoce el nombre de los retratados a excepción de algunas imágenes que contienen anotaciones.

Además, el ejemplar que reseñamos nos propone revisar, ojear y contemplar las fotografías que complementan la colección, al tiempo que permite leer en sus páginas diferentes reseñas dedicadas a las imágenes. Los textos, elaborados por especialistas de renombre internacional —como Joan Boadas Raset, David Iglésias Franch, Grant B. Romer, Anne Cartier-Bresson, Bernardo Riego Amézaga, Jep Martí Baiget y María de los Santos García Felguera— enriquecen la obra y ofrecen una mirada experta sobre su alcance y significado.

La mirada cautiva, tanto la colección como el libro que recoge la muestra expositiva y que se encuentra disponible en la Biblioteca Tomás Navarro Tomás, no solo ofrece un recorrido por los inicios de la fotografía, sino que también revela el profundo vínculo existente entre imagen, memoria e identidad. A través de esta selección -testimonios de una época- la obra nos invita a reflexionar sobre el potencial de la fotografía como objeto preservador de la vida, los gestos y los lugares que, de no ser por ella, habrían caído en el olvido. La colección del CRDI hoy reunida en este ejemplar se erige así como un legado imprescindible para comprender cómo comenzó a forjarse nuestra manera moderna de mirar.