Dictionarium Medicum: el diccionario médico de Elio Antonio de Nebrija

El día del libro, el quinto centenario del aniversario de su muerte: no podía ser otro que Nebrija el autor de la pieza de este mes de abril. Se trata del Dictionarium Medicum, el diccionario médico que no llegó a concluir ni a publicar, un trabajo del que había dejado noticia en su Lexicon iuris civilis (1506) y recogido en su edición de la Materia medica de Dioscórides (1518), la edición complutense de la versión latina que había hecho Jean de la Ruelle dos años antes en París, quizás la más importante del Renacimiento.

Dictionariun Medicum

Elio Antonio de Nebrija (c. 1444-1522) es el latinista, gramático y lexicógrafo que marca el cénit del humanismo español, un hombre polifacético y arrojado, entregado a la empresa del saber, castigado por la universidad, aunque también favorecido por mecenas poderosos. Se formó en Sevilla y principalmente en Bolonia, donde estuvo diez años. Fue profesor en Salamanca, en cuya universidad sufrió los pleitos y mezquindades propios del medio, un clásico hasta en eso. Había declarado la guerra a los mediocres y a los oscuros, que eran legión, una proporción áurea que jamás declinó. En Italia se había convertido al arte de la recuperatio gracias a su máximo profeta, Lorenzo Valla. En Sevilla fue rescatado por Juan de Zúñiga, quien antes de ser su protector y cardenal arzobispo había sido su discípulo. El propio Cisneros le enroló en Alcalá de Henares para la Biblia políglota y los nuevos saberes, dos empresas homéricas, dignas de un Ulises de las letras. 

Retrato de Nebrija

Eso fue Nebrija, o así nos gusta verlo, un héroe del castellano, el primer europeo que redactó una gramática de una lengua romance. Solo por eso Nebrija ocupa ya un lugar destacado en cualquier historia de la cultura occidental. Pero no convendría tomar a Nebrija en clave desaforadamente nacional, la tentación de los imperiófilos y los vindicadores de las glorias patrias, puesto que Nebrija es una figura universal más allá de lo gastado y regalado de la expresión. Su gramática se empleó para estudiar lenguas precolombinas. Su independencia de criterio y amor por la verdad son patrimonio de todos y de ninguno. Sus intereses rebasan los nacionales y los propios de la filología. Nebrija es un clásico porque sigue hablándonos como si estuviéramos charlando con él, porque cualquiera que se sepa o se sienta de letras (e incluso algún científico social afecto) se contagia de sus dos grandes pasiones, la precisión y la universalidad. 

La precisión de la palabra, la cirugía que disecciona el mundo.

Nebrija representa el rigor de la ciencia, el amor por un conocimiento claro y distinto. Estamos ante un científico de la lengua con todas las letras, restaurador del latín y arquitecto del castellano. Y la universalidad de su mirada, es decir, de su oído, siempre atento a la poética, la elocuencia y el léxico, al castellano o al hebreo, pero también a las medidas del mundo, el movimiento de los planetas, las propiedades curativas de los simples y los nombres de los remedios medicinales. Nebrija, el autor de las Introductiones latinae (1481) y de la Gramática de la lengua castellana (1492), es un gigante de las letras y también de las ciencias, de las ciencias del lenguaje y también de las ciencias naturales, de la metrología, la cosmografía, la farmacopea y el cómputo del tiempo, por lo que su obra resulta imprescindible en la TNT y en cualquier biblioteca del CSIC.

Nuestra pieza del mes son los rastros de una obra parcial e inconclusa, unas páginas inéditas que Abelina Carrera de la Red, una latinista de campanillas, fue capaz de hallar y editar en 2001, siguiendo las pistas de una edición del Dictionarum latino-hispanicum del impresor flamenco Steelsio (1545). El interés de Nebrija por la medicina y su terminología, como se ha dicho, se manifestó en la edición del Dioscórides latino de Ruelle, el clásico que en 1555 fue traducido al castellano por Andrés Laguna, otro autor clave del humanismo hispano.

Dictionarium medicum

Nebrija se interna en la tupida red de nombre y términos árabes, hebreos y latinos para esclarecer sus correspondientes en castellano. Allí aprendemos que la hydromel es “aguamiel, bever de moros”; la sympathia, un “consensus qui inter res convisitur”; y el agnus castus, el “árbol del paraíso”. ¿Cómo se correspondían los nombres de la antigua res herbaria con los de las versiones árabes de los clásicos o con sus denominaciones comunes? ¿Podía el nombre de una planta designar dos especies diferentes? ¿Y cómo designar aquellas otras especies o nuevas enfermedades que no conocieron nuestros antepasados? Y ahí seguimos, enfrascados aún en la tarea infinita de diagnosticar los males e idear sus remedios, lo que empieza siempre por ponerles nombre, la práctica científica más antigua y las más delicada.

Quien desee adentrarse en la vida y escritos del lebrijense no tiene más que acudir a otras piezas que la TNT atesora, así la monumental biografía de Pedro Martín Baños (La pasión de saber. Vida de Antonio de Nebrija, 2019), la monografía de Virginia Bonmatí sobre la cosmografía de Nebrija o el estudio de Francisco Rico sobre Nebrija y las polémicas contra los bárbaros (los bárbaros domésticos, se entiende, los que poblaban las cátedras de gramática). Y ya puestos, mirando hacia delante, deberíamos adquirir algunas de las novedades que están apareciendo durante estas conmemoraciones, como la semblanza del maestro del humanismo Juan Gil (Antonio de Lebrija. El sabio y el hombre, 2021) o la biografía del lingüista, bloguero y extraordinario divulgador José Antonio Millán (Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad, 2022).   

Juan Pimentel
IH, CSIC  

Dictionarium medicum

Juan Pimentel

Juan Pimentel es Investigador Científico en el Departamento de Historia de la Ciencia del Instituto de Historia (CCHS, CSIC). Ha sido visiting scholar en la Universidad de Cambridge y profesor invitado en la EHESS, París. Entre sus libros figuran La física de la Monarquía. Alejandro Malaspina 1754-1810 (Doce Calles, 1998), Testigos del mundo. Ciencia, literatura y viajes en la Ilustración (Marcial Pons, 2003); El Rinoceronte y el Megaterio (Abada, 2010, publicado en inglés por Harvard University Press, 2017). Su último libro es Fantasmas de la ciencia española (Marcial Pons, 2020), vinculado a la serie documental que ha realizado con Paco Pimentel Tesoros y fantasmas de la ciencia española (2021, disponible en FILMIN).