Biografía

Imagen ilustrativa del texto

Hijo de Dolores Martínez Almirón y Manuel Gómez-Moreno González, Manuel Gómez-Moreno Martínez nace en Granada el 21 de febrero de 1870. Persona, según su propio testimonio, introspectiva pero curiosa pasa los primeros años de su vida sin apenas salir de la órbita familiar. Dentro de ella será determinante su relación tanto con su abuelo paterno Carlos (progresista y afrancesado) como con su padre, Manuel Gómez-Moreno «el Viejo», un pintor academicista con reconocimiento en el ámbito local que, además, desarrolló un autodidacta interés por la historia, la arqueología y la preservación del patrimonio. Fue organizador del museo arqueológico de la ciudad, secretario provincial de la Comisión de Monumentos y uno de los impulsores del Centro Artístico y Literario de Granada.


Imagen ilustrativa del texto

Entre 1878 y 1880 vive en Roma con motivo de una pensión concedida a su padre. Libre de obligaciones, frecuenta la compañía de otros artistas españoles pensionados y acompaña a su padre recorriendo iglesias, museos y monumentos. También conoce a arqueólogos italianos, como Orazio Marucchi, que están sentando las bases disciplinares de una incipiente arqueología cristiana.

De nuevo en Granada comienza su escolarización en un aula "de pobres" de los Escolapios (1881-1886). Sus recuerdos de aquel ambiente escolar no son amables, "mal enseñado de ordinario" y víctima de algunas violencias físicas y verbales por parte de otros compañeros. Encuentra su refugio en el ámbito doméstico, perseverando en las aficiones que adquirió en Roma: reproducciones en escayola de arquitecturas y epígrafes, el dibujo, la pintura, un incipiente coleccionismo de monedas antiguas. En esos años comienza a acompañar a su padre en excursiones por la provincia haciendo dibujos y tomando notas y medidas de los edificios y objetos históricos. Conoce en esa época al destacado epigrafista alemán Emil Hüber, a quien asiste a su paso por Granada.

Imagen ilustrativa del texto

Llegado el momento de emprender estudios superiores las estrecheces de la hacienda familiar impidieron satisfacer su declarada vocación de arquitecto, que solo era posible desarrollar trasladándose a Madrid o Barcelona. Con poco estímulo ingresa en la facultad de Filosofía y Letras de su ciudad natal. Tiene entre sus profesores al arabista Francisco Javier Simonet, decepcionante para él en su faceta como docente pero con el que llegará a intimar a propósito de continuar sus trabajos sobre geografía histórica del reino granadino. Fallecido Simonet se hará cargo, de forma voluntaria, de la corrección de las pruebas de una obra que será capital en la historiografía medieval española: Historia de los mozárabes de España (1897-1903). Compagina sus estudios con las actividades del Centro Artístico y Literario de Granada. Es nombrado secretario de la sección de excursiones y encargado de redactar las "Crónicas" en el Boletín que daba cuenta de las actividades desarrolladas por el Centro, una modesta publicación en la que Gómez-Moreno presentará sus primeros artículos.


Obtiene la licenciatura en 1890 siendo pocas las perspectivas profesionales que ofrecía una pequeña ciudad de provincias. Continúa su vinculación con el Centro Artístico, donde empieza a impartir clases de dibujo, y sigue colaborando en los trabajos históricos y arqueológicos de Gómez-Moreno padre. Fruto de esto último componen y dan a la imprenta una Guía de Granada (1892), muy lejos del pintoresquismo al uso ya que contiene rigurosas descripciones, planimetrías, fotografías y dibujos. Desocupado y fallecido su abuelo, con quien estaba estrechamente unido, llegó a plantearse ingresar en una orden religiosa, idea que terminó por abandonar. No así su fuerte sentimiento religioso, que siempre vivirá de forma íntima, sin beaterías.

En 1895 consigue una fuente de ingresos regulares al ser nombrado profesor de Arqueología sagrada en el Seminario del Sacro Monte. Puede así ayudar económicamente en casa y emprender, por su cuenta, excursiones por Andalucía (Almería, Sevilla, Córdoba, Málaga) cargado con una máquina de fotos prestada.

En 1898 tiene la posibilidad de emprender una carrera profesional fuera de Granada al convocarse, en Madrid, la cátedra de Historia del Arte en la Escuela Central de Artes y Oficios. Es acogido durante su estancia por el escultor y viejo amigo de su padre, Alejandro Ferrant, quien le introduce en círculos intelectuales y políticos que serán, en el futuro, determinantes para su carrera. Entra en contacto con el también granadino Juan Facundo Riaño, catedrático, académico y político con quien frecuenta a las figuras más relevantes de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), como su fundador Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío. Acogido sin reservas en la restringida tertulia de Riaño, que "representa el sentir europeo frente a nuestra ignorancia", Gómez-Moreno encuentra por fin un medio estimulante en el que da muestras de su capacidad de análisis y opinión.

Imagen ilustrativa del texto

Tras varios meses de estancia en la capital sigue sin convocarse la plaza, por lo que decide volver a Granada "con la cabeza llena de ideas e impresiones" que debían enfrentarse a una realidad poco halagüeña. Retoma su labor docente y empieza a prepararse, con desgana, una plaza de dibujo artístico en la Escuela de Artes y Oficios de Granada que nunca llegaría a ser convocada. Desanimado, escribe a Riaño para contarle su incierto futuro. Tarda meses en recibir una contestación que supondrá un cambio radical en su vida personal y profesional. Riaño le ofrece ponerse al frente de un trabajo de gran calado: los Catálogos Monumentales de España. Se trataba de un ambicioso proyecto que pretendía componer un censo completo y razonado de los objetos artísticos repartidos por el país, muchos de ellos mal conocidos y peor custodiados, que conformaban un patrimonio histórico que estaba siendo víctima de las codicias propias y ajenas. Gómez-Moreno, un desconocido en el medio capitalino, se enfrenta a las suspicacias de muchos académicos que se consideraban legítimos candidatos para llevar a cabo esta labor. El empeño y la capacidad de influencia de Riaño y Giner consiguen mantener al granadino al frente de una empresa para la que cuenta con una sólida formación (epigráfica, filológica, arqueológica) y una gran experiencia en el trabajo de campo merced a las muchas excursiones realizadas años atrás. Encadena así la realización de varios Catálogos: Ávila (1900), Salamanca (1901-1902), Zamora (1903-1904) y León (1906-1907). En estos dos últimos contó con la valiosa ayuda de su esposa, la también granadina Elena Rodríguez-Bolívar, con la que se desposó en 1903. Sus obligatorios pasos por Madrid afianzan y amplían su red de contactos. Entra así en el círculo de Guillermo de Osma, yerno del conde de Valencia de Don Juan y organizador de una tertulia erudita en el palacete de la calle Fortuny. Comienza a publicar artículos en canales editoriales de mayor difusión científica, pero queda encallada la edición de los Catálogos.

Apeado del proyecto por cambios e intrigas políticas tiene que poner otra vez rumbo a Granada, donde sobrevive gracias a una plaza interina de profesor de dibujo. En 1910 recibe una nueva oferta desde Madrid: participar en la puesta en marcha del Centro de Estudios Históricos (CEH), dependiente de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (fundada en 1907 y conocida como JAE), un organismo estatal pero autónomo cuyo objetivo era el desarrollo moderno de la investigación sin los lastres corporativos e ideológicos que dominaban academias y universidades. Pese a lo incierto del futuro, meditada la decisión junto a Elena, viaja a la capital y trabaja en la Comisión que diseña la estructura y la manera de trabajar en el CEH: grupos de alumnos que serían formados con clases teóricas y prácticas, excursiones, becas y pensiones en el extranjero. Gómez-Moreno se hace cargo de la Sección de Arqueología y plantea como tema a desarrollar el arte español altomedieval aún inédito que él había empezado a descubrir durante la elaboración de los Catálogos (en especial León y Zamora). Asegurado por fin su futuro profesional inicia una etapa que él llama de "acción colectiva". Lidera sucesivas promociones de alumnos que viajan junto al maestro visitando, dibujando, fotografiando y estudiando sobre el terreno restos artísticos y arqueológicos. Una formación que se complementaba, en el Centro, con seminarios abiertos y participativos lejos de los rígidos y anticuados planes de estudio universitarios.

El primer gran logro científico de Gómez-Moreno como resultado de su labor en el CEH queda reflejado en su obra de mayor trascendencia historiográfica: Iglesias mozárabes. Arte español de los siglos IX al XI (1919). Le seguirían otros libros y artículos que cubren multitud de campos temáticos y disciplinas: prehistoria, protohistoria, Edad Media, Renacimiento, paleografía, epigrafía, filología, numismática, arqueología.

El granadino consolida e institucionaliza su posición: alcanza la cátedra (con su correspondiente remuneración) de Arqueología Arábiga en la Universidad Central de Madrid en 1913; ingresa en las Academias de Historia (1915) y Bellas Artes (1931); ocupa un cargo de designación política, la Dirección General de Bellas Artes, en 1930. Siendo Director General, puesto al que renuncia sin cumplir un año de ejercicio, organiza las Zonas Monumentales de España, con un arquitecto-conservador al frente de cada una, y se implica directamente en el ejemplar y pionero traslado, piedra a piedra, de la iglesia zamorana de San Pedro de la Nave.

En 1934 pone en marcha los trámites para su jubilación, tanto en el CEH como en la Universidad. Al poco estalla la guerra, que inunda la vida de violencias y dramas. El peor de todos, la pérdida de su hijo Eugenio combatiendo en el asediado Madrid donde permaneció la familia durante todo el conflicto. En su transcurso Gómez-Moreno se integra en la Junta de Incautación, Salvamento y Catalogación del tesoro Artístico, un servicio creado para salvaguardar las obras de arte ante el riesgo de la conflagración armada y las depredaciones incontroladas. También se implica en la protección de los fondos del Museo Arqueológico Nacional.

El nuevo régimen, a pesar de ciertos recelos y cuestionamientos por su comportamiento durante la guerra y por haber pertenecido a la corriente regeneradora alentada por una ILE demonizada por los vencedores, le reintegra social e intelectualmente con reconocimientos y honores: concesión de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio; revalidación como académico numerario de Historia y de Bellas Artes; ingreso en la Academia Española; presidencia de honor del Instituto Diego Velázquez (antiguo CEH). Sin embargo, Gómez-Moreno entra en una fase existencial que llamó de "retracción personal". Aunque se mantiene activo y cumplidor con sus obligaciones en las academias queda en una posición periférica respecto a unos nuevos discursos oficialistas que, incluso, se sentían incómodos respecto a parte de su producción, en especial Iglesias mozárabes.

Imagen ilustrativa del texto

Sigue publicando, hasta casi el final de sus días, libros y artículos de materias diversas, casi siempre iniciativas propias a partir de la información acumulada durante sus años de investigación activa. Alumbra también trabajos enormemente personales, como Adam y la prehistoria (1958). Algunos de sus antiguos alumnos continúan acudiendo a él para para hacerle consultas o pedirle opinión. Siempre generoso en esta faceta, abrió las puertas de su casa a nuevas generaciones de estudiantes que buscaban en el viejo profesor enseñanzas y estímulos que no encontraban en las aulas.

Los últimos años de su vida, mermadas sus capacidades físicas, los pasó confinado en su domicilio. Fallece el 7 de junio de 1970. Es enterrado en la Sacramental de San Justo en Madrid. Sus hijas María Elena, Natividad y Carmen hicieron donación del legado paterno (fondos artísticos y arqueológicos, documentos escritos, fotografías, apuntes), dando lugar a la creación del Instituto Gómez-Moreno, integrado en la Fundación Rodríguez-Acosta en Granada.

"¿Enemigos? Ninguno, ninguno interesante. Algún contradictor científico, sí, y algún discípulo renegado, pero eso no cuenta" (declaraciones de Gómez-Moreno al cumplir los cien años)

Texto de Fernando Arce Sainz

* Las imágenes familiares proceden de la biografía escrita por Mª Elena Gómez-Moreno (Manuel Gómez-Moreno Martínez. Madrid, 1995), de la publicación homenaje a Manuel Gómez-Moreno (Homenaje a Gómez-Moreno, 1870-1970. Granada, 1972) y del Archivo Fotográfico de Manuel Gómez-Moreno y Ricardo Orueta (ACCHS-CSIC).