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Valladolid

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El 1 de febrero de 1913, Cristóbal de Castro eleva una instancia solicitando le sea adjudicada la catalogación de la provincia de Valladolid. Todavía no había terminado el de Álava y faltaban unos días para que solicitara una prórroga, pero no se paraba en barras y solicita una nueva provincia. Dice que la conoce muy bien, pues ha realizado en ella diversos inventarios artísticos. Presenta un currículum que, visto a distancia y conociendo el resultado de su labor catalogadora, nos parece de una enorme arrogancia. Como méritos aduce que es “publicista, poeta, dramaturgo; vicepresidente de la sección de literatura del Ateneo de Madrid; académico de la de poesía española; presidente de la asociación de publicistas; encargado por R.O. de 23 de agosto de 1910 del “Catálogo razonado y crítico de artistas españoles en la Exposición Internacional de Bellas Artes”; por otra R.O. de 1 de enero de 1911 del “Catálogo pictórico de las obras de Navarrete el Mudo, Mayno, el Greco y sus discípulos”; por otra de 1 de marzo del mismo año da una conferencia de los “Cursos breves de Arte” organizados por el Ministerio de Instrucción Pública; autor de otras varias conferencias literarias y artísticas en los Ateneos de Madrid, Barcelona y Valladolid, de dramas y comedias estrenadas con aplauso en los principales teatros de la Corte; de numerosos escritos sobre Arte publicados en los diarios y revistas de más prestigio de España e Hispano-América”.

Pero a pesar de todos los méritos, Castro no hizo este catálogo. Su autor es Francisco Antón Casaseca. La única noticia que tenemos de él es que el 22 de noviembre de 1929 el jefe de la sección de Bellas Artes, J. Acuña solicita al archivero del ministerio Sr. Groizard que le entregue los catálogos de las provincias de Oviedo, Soria y Valladolid “para el servicio de esta sección”. Groizard contesta que el catálogo de Valladolid no está en el archivo, pues fue enviado a la sección de publicaciones el 10 de febrero de 1927 como consta en otro documento por el que conocemos que entregan una caja con el texto y otra con fotografías y cinco planos, todo ello sin encuadernar.