Archivo de la palabra

Por disposición del entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Elías Tormo, de 19 de noviembre de 1930, se crea en el Centro de Estudios Históricos (CEH) El Archivo de la Palabra, dirigido por el fonetista Tomás Navarro Tomás, y cuyo objetivo declarado era reunir “materiales sonoros sobre lenguajes y cantos populares de cualquier país”, pero fundamentalmente “testimonios relativos a la cultura hispánica

Inspirado en instituciones similares europeas, fundamentalmente el Museo de la Palabra y el Gesto de París y el archivo fonográfico del Instituto de Psicología de Berlín, el Archivo de la Palabra pretendía realizar y recopilar inscripciones fonográficas en torno a cuatro grandes temas: 1. La lengua española literaria o correcta; 2. Idiomas y dialectos hablados en la península y países hispánicos; 3. Testimonios autofónicos de personalidades ilustres y 4. Canciones, melodías y ritmos populares. Para asegurar la calidad técnica y posibilitar la conservación y difusión de los testimonios, el Centro de Estudios Históricos firma un acuerdo con la casa comercial Columbia Gramophone Company radicada en San Sebastián, para la ejecución de las grabaciones requeridas por el Archivo de la Palabra.

Entre 1931 y 1935 en el Archivo de la Palabra se llevan a cabo 29 inscripciones en discos de 78 revoluciones por minuto. A la vez, en el Archivo ingresan discos por intercambio con instituciones similares o compra lo que facilita que en 1934 el Archivo, además de los 29 discos que había grabadoArchivo de la palabra en aquel momento y los inscritos por otros investigadores asociados al CEH como Kurt Schindler, contaba con 398 adquiridos en el mercado discográfico, que en buena parte eran de carácter folclórico. Además de sus grabaciones de sonido, el Archivo reunió películas hechas en los mismos años treinta.

El Archivo de la Palabra constituye una muestra de las instituciones de ámbito investigador y de difusión cultural llevadas a cabo por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en el primer tercio del siglo XX. Es, por tanto, un legado patrimonial como una institución que forma parte de nuestra historia cultural y científica nacional, en un momento de gran importancia además. El Archivo de la Palabra constituye la plasmación en nuestro país de una corriente europea, que se afianza ya a principios del siglo XX y que considera la preservación de la voz, tanto literaria Archivo fotográficocomo ordinaria, y tanto de personajes famosos como de origen popular, como un legado patrimonial que debe conservarse, conocerse y utilizarse con fines educativos y de preservación de la cultura e idioma de las distintas naciones.


La importancia de las inscripciones sonoras hechas por el Archivo depende de los años todavía tempranos en las que fueron realizadas. Las muestras de voz de reconocidos escritores como Unamuno o Valle-Inclán, de Ramón y Cajal, del presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, de Ortega y Gasset o Margarita Xirgú constituyen por sí mismas bienes culturales que, precisamente por el carácter efímero de la emisión del habla, tienen un valor incuestionable a nivel nacional. La importancia de este archivo, que cubre un momento cronológico fundamental en la historia de nuestros archivos sonoros, debe tenerse, así, muy en cuenta.

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