> SELECT * FROM textos WHERE capitulo like '%Capítulo 4%' and (subcapitulo like 'Patena') and (lugar like 'Sotoserrano') and (fecha like 'S.XVI' or fecha_dos like 'S.XVII' or fecha_tres like 'S.XVIII' or fecha_cuatro like '''')

JOYAS SAGRADAS

La patena en la documentación serrana y candelaria


Sotoserrano

     Siglo XVI. 1586-1598


     La documentación notarial en esta población abarca desde el año 1586 a 1857, 271 años, y la presencia de la patena, 191, con un total de 20 ejemplos.


     Año 1586. En el inventario de la mujer de Martín Cepeda se mencionan «tres hilos de corales con su plata y patena de plata»25.


     En el de María Gutiérrez, año 1590, figuran «tres hilos de corales con su patena de plata, con avellanas de plata labradas, buenas, con cinco carrillos de plata delgados»26.


     En el año 1598, forman parte del lote de un inventario «tres hilos de corales menudos, que tienen ocho avellanitas de plata lisas, de vuena mano, y ocho carritos de plata labrados» y, como pieza estrella, «una patena de plata con las imágines [sic] de San Pedro y de Santo Andrés, y es pequeña la dicha patena»27. El tasador pormenoriza aquí la calidad (lisa) de las avellanitas, la labor de los carritos o arconciles, el tamaño de la patena y nos desvela la iconografía de las imágenes que contiene.


     En 1598 figura «una patena de plata, pequeña», inventariada como parte de un conjunto de «veynte pieças de plata, los granos labrados, nuevos, y las demás avellanas lisas»28.


     Se documentan, pues, en Sotoserrano 4 patenas en el siglo XVI, siempre formando parte de hilos de corales.


     Es justo que destaquemos la profesionalidad de los afinados tasadores que, no conformes sólo con la identificación de las piezas, señalan también, en varias ocasiones, la iconografía representada en las patenas, ofrecen su contexto y destacan el tipo de labor que las caracteriza, la calidad (lisa, delgada, labrada) y la buena mano del anónimo oribe. Para ciertas alhajas (piezas, hilos, granos, avellanas, plata, corales) se mantiene la utilización de términos indefinidos y genéricas fórmulas tradicionales.



     Siglo XVII


     En el siglo XVII, son ya seis, entre villas y aldeas, las poblaciones que en inventarios, testamentos y almonedas señalan la presencia de la patena, con Sotoserrano y Cepeda a la cabeza.


     Si poco se dice en los documentos sobre la labor o hechura que llevan las representaciones iconográficas en el campo de la patena, sólo si son figuras o imáxines, aún son menores las aportaciones sobre los elementos que guarnecen esta pieza, los denominados extremos o remates, y las esenciales técnicas –llana y labrada– con que, de manera tan poco generosa se nos describe esta joya, como sucedía también en el siglo anterior. El cerco o alrededor de la patena lleva una ornamentación contenida, aunque en algún ejemplo se presente como pieza de absoluto horror vacui: «patena de plata labrada toda la plata» (Cepeda, 1660). En la parte central o enmedio, la advocación presenta labores incisas, relieves y alguna vez esmaltes sólo por una de las caras: «patena esmaltada de berde, la una parte» (Cepeda, 1695), que era la mayor fineza en esta joya, la variante principal en la familia de las medallas.


     En 1601 aporta Sotoserrano los otros dos ejemplos de patena con esmaltes, aunque nada se pormenoriza sobre su hechura y colores. La patena en estos años va colgada de un sartal, o de una vuelta de corales y en otros casos, sujeta por un cordón, colonia o cinta noble de seda, en consonancia con la categoría de tal pieza. Esta modalidad de atar la patena es, como ya adelantábamos, estilo predominante en Cepeda.


     Pocas veces se proporcionan en este siglo los tamaños de la patena, aunque se dan los tres. La patena pequeña, que parece preferir para su colocación los sartales o sartalitos de plata (Cepeda en 1642 y San Martín del Castañar en 1673). La patena de tamaño razonable (Sotoserrano, 1601), como pieza de tres vueltas de corales. Finalmente, y de nuevo Cepeda (1649) y Sotoserrano (1601) nos ofrecen tres ejemplos de patena grande. En este siglo la cantidad máxima es de dos patenas por persona en ejemplos de Sotoserrano y Cepeda.


     Siglo XVII. 1600-1697


     En inventario del año 1600 se describen «tres vueltas de corales buenos, que tienen seis carrecitos de plata labrados, seis abellanas pequeñas labradas y seis lisas pequeñas y patena de plata buena con la figura de santa Lucía [en una parte], y en la otra parte la cruz con su toballa»74.


     En el año 1601, en inventario de las hijas de Antonio González, consta, entre otras alhajas, un «Sartal de plata que son: diez y ocho abellanas de plata, labradas, seis carrillos y patena grande con las ymágines de San Pablo y Santa Catalina […]. Más tres vueltas de corales buenos con siete avellanas gordas de plata, lisas y nueve pieças de plata, de las que llamamos granos y patena buena, que tiene la ymaxen de Christo y de San Pedro»75. En esa segunda pieza no queda claro si el Cristo (sic por crucifijo) ocupa la cara y san Pedro la espalda de la joya, o tiene representada en una sola escena, el evangélico pasaje de la entrega de las llaves. Se evidencia también en este documento un localismo, al nombrar el tasador unas piezas de plata, «que llamamos granos»76.


     En esta población parece tener una importancia, nada frecuente en otras, la identificación iconográfica como parte esencial de la tasación.


     En testamento de ese mismo año 1601 se menciona «una patena blanca, a un lado Jesús, a otro, María», anagramas popularmente conocidos como las cifras. No se especifica si la hechura es de labor esmaltada, o sólo incisa a buril77.


     De nuevo en 1601 se menciona en almoneda «un sartal de plata con diez hilos y avellanas labradas, cuatro carrillos y patena [tasado en] 13 reales»78.


      En inventario de Isabel Alonso, año 1610, se citan entre otros bienes «un sartal de corales con diez y seis pieças de plata y patena [más] un sartal de plata labrada [que se compone de] patena y veynte y tres pieças con la patena». Por el número de piezas, en un caso 16 y en otro 23, estos sartales darían para una vuelta al cuello o poco más79.

     En inventario del año 1654 consta «un lío de corales y plata aumada con su patena, que todo pesó, con su argolla y un crucifijo, 21 onças»80. En este caso se trata de un fardo con diversas joyas sueltas, cada una de por sí, sin formar hilo, sarta o vuelta alguna.


     En inventario del año 1671 figuran «unas gabanzas que tienen tres hilos con su agnus y patena; más otro hilo con su patenita pequeña, más una argolla con un agnus»81.


     En el año 1684 se describe en inventario «una patena con un Niño Jesús, veyntitrés pieças de plata y corales y dos piedras, todo en un hilo de sartas [apreciado en] 20 reales»82. No imaginamos hoy las patenas cercando el cuello, sino dispuestas entre pecho y cintura, o de cintura para abajo, acostumbrados como estamos a las piezas-testigo en los escasos trajes de Vistas antiguos que se conservan.
En la dote que Domingo Gil entregó en 1697 a su hijo, Xuan Gil, que casó con María Martín, figura entre otras alhajas y bienes «una vuelta de sartas con su patena aumada, de siete onças [tasada toda la vuelta, incluida la patena en] 105 reales»83.


     Aparecen, pues, documentadas en Sotoserrano en el siglo XVII, 11 patenas.



     Siglo XVIII. 1779


     En el inventario del cirujano de Sotoserrano, año 1777, se cita «un ylo de veinte gabanzas menudas, cuatro abogallas gordas de plata, dos menudas, y dos carros y patenita [tasado en] 64 reales»; único y último ejemplar de patena documentado en este lugar128.


     En consecuencia, una sola patena en Sotoserrano en este siglo.




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