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TESTIGOS POR SIGLOS

LA CUCHARA Y EL TENEDOR O «EL MACHO Y LA HEMBRA»




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     Siglos XVIII-XIX. 1733-1804


     De los ocho inventarios registrados en la Alberca, el que corresponde a Theresa González, año 1733, describe «sesenta onzas de plata en que entran las bueltas de abellanas gordas, un cruzifijo, dos barquillos acanalados y tres cucharas»395.


     En el año 1755, figura en inventario «un Barquillo y una cuchara de plata»396.


     «Tres cucharas de plata y una plancha [...] para abrir fuentes», en inventario de 1762.397.


     Ya en el siglo XIX, el ejemplo más tardío corresponde al año 1804, inventario en que se tasa «una cuchara de plata en 16 reales»398.





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     Siglo XVIII. 1705


     El único testimonio documentado en Candelario corresponde al año 1705: «un vaso de plata y dos cucharitas de Plata a mi hijo Alonso González, clérigo»399.





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     Siglos XVIII-XIX. 1749-1842


     En testamento del año 1749, Francisco Hernández deja dispuesto «que después de mi fallecimiento, ambos mandamos a Francisco Álbarez, nuestro nieto, hixo de Alonso Álbarez y María Hernández, la sortixa de oro que tenemos, una cuchara de plata y la chocolatera o su valor […] It. Mandamos a nuestro nieto, Bernardino Hernández, para después de nuestros días, una cuchara y tenedor de plata, o su valor»413; parece evidente el uso personal de estas piezas.


Figura 17A
Miranda, año 1749. Mandas en testamento de Francisco Hernández a hijos, nietos e imágenes mirandeñas de su devoción, diversas alhajas, entre otras: “a nuestro nieto Bernardino, una cuchara y tenedor de plata, o su valor. Y yo dcho francisco, mando a nrª srª de la Cuesta, unas cortinas de Rasso o Damasco, y unas antepuertas de lo mismo para las ventanas del Camarín, detrás de su trono” (AHPS. Prot. 6147, f.75).

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     No es de menor interés la descripción, en 1750, de «una cuchara de plata pequeña con su tenedor al mango», junto a un relicario y otras joyas en el testamento de Don Antonio Rodríguez de Ledesma, personaje que se cuenta entre las más nobles familias mirandeñas; única joya–utensilio de este tipo documentada en la villa; quizá fuera una de las denominadas «de faltriquera». Constan también «una cuchara grande de plata de cinco onzas y ocho cucharas y seis tenedores [que pesaron] 32 onzas»; estos últimos cubiertos como servicio de mesa414.


     En inventario de 1749, figura «una cuchara de plata pequeña con su tenedor al mango»415.


     En inventario de 1759, se tasan «dos cucharas y dos tenedores de plata que pesan 5 honzas, en 100 reales». No queda claro en este ejemplo si se trata de piezas de mesa, o son joyas–utensilio de las de colgar al cuello, en las brazaleras, o del cinto416.


     Finalmente, en la dote de Don Mariano Díez Nieto de la Peña se hace constar, entre otras alhajas, que en 1842 entraron en concepto de «tálamo nupcial», «un juego de café de china y doce cucharillas de plata en una caja de tafilete»417. Evidentemente, estas cucharillas de plata se han de tomar como alhajas de mesa, pero ayudan a entender el cambio de estilo de vida.





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     Siglos XVIII-XIX. 1766-1809


     En Monforte de la Sierra, se citan en inventario de 1766 «un Barquillo y dos cucharas de plata»418.


     En inventario de 1797, se describen juntos «una campanilla, un barquito y un cubierto de plata»419; se supone que es la cuchara.


     En inventario del año 1799, figura «una cuchara de plata y dos de peltre», junto a un barquillo y como parte de un hilo de gabanzas420.


     En el año 1800, «tres onzas de corales con sus medallas de plata y una cuchara de lo mismo»421.


     Finalmente, en 1809, en inventario de Juana Hernández, viuda de Antonio Cabrera, se tasaron «dos tenedores de semilor, en 2 reales [junto a] un bernegal de plata bueno, nuevo, en 45 reales»422.





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     Siglos XVIII-XIX. 1657-1745


     El primer ejemplar, documentado en Sequeros en 1657, corresponde al inventario de María Pérez de Sebastián; en él constan «dos cucharas de plata [junto a] una cadena de oro, algo gruesa, de 2 baras»423. Si estas cucharas de plata hacían un todo colgando de una cadena de oro de semejantes proporciones, poco o nada tendría que envidiar a los nobles florentinos del primer Renacimiento quien la gastó al cuello.


     El segundo documento corresponde a la partición de bienes de Isabel Pérez que tuvo lugar en el año 1700: «Más se le vendió la cuchara de la cruz de la encomienda en 30 reales»424. Esta pieza, familiarmente señalada como «la de la encomienda», de la que, por causas que no se citan, se desprendieron, llevaría esa labor en el remate del mango, donde suelen ir labradas, incisas o en relieve, las cifras de sus dueños.


     El otro ejemplo, registrado en Sequeros en 1745, corresponde al inventario de Antonio Martín Fraile; en él se menciona «una cuchara de plata junto a un rosario de azabache, dos cercillos de plata y una gabanza [de coral] gorda»425.





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     Siglos XVII-XVIII. 1648-1777


     Los dos ejemplos que aporta Sotoserrano parecen del uso masculino. El del año 1648 dice: «una bolsa con su cuchara» y va en un contexto de prendas de hombre, junto a un apretador colorado, pretina y sombrero426.


     El documento correspondiente al año 1777 pertenece al inventario del cirujano de este lugar: «una cuchara de plata y barquillo; pesó tres onzas [que se apreciaron en] 48 reales»427.


BERNEGAL, BARQUILLO, BARQUILLA, BARQUERILLO, TEMBLADERA




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     Siglo XVIII. 1733-1782


     En la Alberca, año 1733, inventario de Theresa González, se describen «60 onzas de plata en que entran las vueltas de avellanas gordas, un crucifijo, dos barquillas acanaladas y tres cucharas»432.


     «Un barquillo de plata bueno» entró en inventario de Juan Manzebo, año 1739433.


     Entre los bienes aportados en matrimonio por Antonio Pies de la Güebra, año 1743, consta «un Barquillo de plata en 40 reales de vellón»434.


     En 1744, inventario de Fernando Luis de Belasco, se menciona «un barquillo de plata»435.


     También en el año 1744, consta en inventario «un barquillo nuevo de plata, en onza y media [de peso]»436.


     Otro «barquillo de plata [junto a una] esquilita», figura en inventario de 1744437.


     De nuevo en 1744: «un barquillo nuevo de plata [fue tasado] en onza y media»438.


     En inventario de 1755, «un Barquillo y una cuchara de plata»439.


Figura 17B
En este inventario albercano de 1755 conviven en una misma arca, con su cerradura y llave, ubicada en la sala grande, 21 prendas de hombre y de mujer (incluidos) “unos zuecos usados de cordobán colorado”, varios ovillos de sedija y de lienzo en un cestito, botones de plata, un barquillo, una cuchara de plata y “una talega nueva con cosa de quatro zelemines de garbanzos”¡! (AHPS. Prot.6111, f.81).

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     En los bienes matrimoniales de Juan de los Hoios, año 1758, «entraron seis libras de plata usada: gabanzas, carros, avellanas de plata antigua en diferentes manojos y medallas; dos esquilitas de plata, una taza y tres barquillos, un crucifijo de plata grande, cuatro monedas antiguas de plata, una joya y un Santiago en 1.632 reales»440. Por dos veces en esta tasación se tiene en cuenta el concepto de antigüedad, parece que, como valor añadido, aunque se califique la plata como «usada».


     En 1782, en la partición de bienes de Josef Calama se tasó «una Barquilla en 36 reales»441.





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     Siglo XVIII. 1723


     En testamento de Joseph de la Vastilla, año 1723, se describe ante el escribano de San Martín del Castañar «un Barquillo de cobre», junto con «una piedra de leche, nueve hilos de coral, un agnusdei, una camisa de mujer y una camisa de lienzo»444.





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     Siglo XVIII. 1705-1865


     En el año 1705, consta en testamento «un Vaso de Plata»445.


     En 1712, figura en testamento de María Garzía «un barquillo de plata»446.


     «Un bernegalito de plata en 24 reales de vellón» se tasó en el inventario de Antonio Ballixera, año 1762447.


     María Sánchez deja mandado en testamento de 1769 «un Vernegal de plata en 30 reales»448.


     Pedro de Carbaxo manda en 1788 «el único bernegal que tengo de plata»449. Parece que le cueste más desprenderse del bernegal de plata por ser el único que tenía, para su último viaje.


     En inventario de 1794, consta «un Vernegalito de plata de 3 onzas en 58 reales».450





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     Siglo XVIII. 1701-1792


     En 1701, inventario de Francisco de la Fuente, se describe «un barquillo de plata, que pesó 2 onças menos 2 adarmes»470.


     En el año 1702, figura «un barquillo mediano de plata». Inventario de Ana Martín viuda471.


     En ese mismo año, en inventario de Juan González de la Cortina, se hace constar «un barquillo de peltre bueno»472.


     De nuevo en el año 1702, inventario de Ana Martín, «un barquillo mediano de plata»473.


     Año 1704, en inventario de Juan Sánchez, es descrito «un barquillo de plata que valdrá 2 reales de a ocho, o de a quinze» ¿pentimento de cálculo o justiprecio?474.


     En inventario de Francisco Hidalgo, año 1704, se cita un «Bernagal de plata»475.


     «Un barquillo de plata y un cascabel de plata medianos» figuran en el testamento de Juan González Herrador en 1704476.


     «Cuatro barquillos de plata que pesaron 3 quarterones» se mencionan en el inventario de Francisco Gascón477.


     En el año 1705, en inventario de Ana González, se describe «un bernegal de plata, que pesará onça y media»478.


     En inventario de María Martín, año 1705, figuran «un barquillo de plata; una argolla de plata con cuatro corales y dos abollones gordos y un Cruzifixo y un barquillo de plata»479.


     En inventario de Andrés Sánchez, año 1706, se cita «un bernegal de peltre»480.


     En 1706, inventario de Marcos Xil, constan «dos barquillos de plata de 5 onças» (¿cada uno?)481.


     «Un bernegal de plata bueno» se describe en 1706, en inventario de Andrés Gil482, y «un barquillo de plata sin un asa, aochavado», en la donación de Juan Sánchez de la Fuente y María Herrero en 1708483.


     Un «agnus con vidriera de plata y barquillo», en 1709, parece que figuran como un todo en las partixas de herederos de Antonio González y su esposa, difuntos484.


     En 1709, se describe «un barquillo de plata» en la dote de Domingo Xil485.


     «Un barquillo de plata en 30 reales» se menciona en un entero o conjunto de bienes del año 1709486.


     «Un taçón de plata con un áquila dentro» se describe en inventario de Catalina Hernández, año 1710487.


     En el capital de los hijos de Manuel Hernández, año 1710, entró «un barquillo de plata en 30 reales»488.


     En inventario de Sebastián Martín Viexo, año 1710, se cita «un barquillo de plata y otro joyel de plata»489. Parece considerarse aquí el barquillo como de la familia de los joyeles.


     «Un barquillo de bidro mellado» se describe en inventario de Ana Cascón en 1711490.


     En la partixa del Licenciado Francisco Blanco [clérigo], año 1711, se tasó «un barquillo en 30 reales»491.


     «Un Barquillo grande de plata» figura en el inventario de Alonso García, año 1715492.


     En inventario de Catalina Hernández, año 1719 se describe «un barquillo de plata aochavado»493.


     Un «barquillo de plata en 30 reales» se tasó en el inventario de Alonso de la Fuente, año 1719494.


     «Un barquillo de plata aochavado» figura en inventario de 1719495.


     En el año 1721, se tasó en almoneda de Juan González «un bernegal de plata en 30 reales»496.


     «Un barquillo con dos asas, ancho, y un baso de plata de faltriquera con encaje» (la cursiva es mía) se describe en inventario de 1723497.Como en el ejemplo del año 1690 y de nuevo en Cepeda, se repite en este documento la tipología de vasos con sistema de encaxe o machihembrado que denominarímos hoy "tú y yo" de viaje, formando un todo con el tenedor y cuchara que, en los documentos serranos, figuran expresivamente como «el macho y la hembra».


     «Otro vaso de faltriquera» vuelve a mencionarse en inventario de 1725.498.


     En inventario de Catalina Blanco, año 1729, se citan «tres barquillos redondos de plata; otro barquillo encanalado grande»499.


     «Tres barquillos de plata, uno sin asa», constan en inventario de 1729500.


     «Dos bernegales de plata» figuran en inventario de Catalina Hernández, año 1740501.


     «Un barquillo de plata» se cita en inventario de Juan Hernández de Miguel, año 1743502.


     También en 1743, consta en inventario «un tazón de pie de plata aumada [junto a] una cuchar de plata»503.


     En inventario de Pedro Cascón, año 1743, figura «un barquillo de plata»504.


     En el de la mujer de Antonio, Mozo, año 1748, consta «un Barquillo de plata»505.


     Otro «barquillo de plata» formando parte de un hilo se menciona en inventario de Francisco de Phelipe, año 1751506.


     En inventario de Manuel Ahumado, en 1755, se cita «un barquillo de plata»507.


     En 1762, en el de Ana Belasco, se tasó «un barquillo de plata [que pesó] 2 onças»508.


     En inventario de Catalina Sánchez, año 1765, es mencionado entre otras alhajas «un barquillo de plata aconchado que pesó 6 onzas»509.


     En 1767, en la dote de Bernardo Ciudad y su mujer Josepha ¿Pérez?, se tasó «un Barquillo de plata en 18 reales»510.


     En Cepeda, en 1772, se describe en inventario de Marcos Gascón, «un Barquillo de plata aconchado, con dos Cristos y una paloma de plata»511.


     En 1792, inventario de María Blanco, consta, entre otros bienes, «un barquillo pequeño de plata»512.


     «Un barquillo de plata con cuchara de plata» se cita en inventario de 1792513.





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     Siglo XVIII. 1710-1768


     En el inventario de Isabel Rodríguez Cascón, año 1710, se describe «un bernegal de plata de dos asas»517.


     En el testamento de Don Antonio Rodríguez de Ledesma, figura en al año de 1750, «un Jarro de Plata de Peso de treinta y tres onzas [y] una tembladera de Plata de Peso de diez y seis […]. Yten le mando a dho mi sobrino Don Francisco Pablo un Salvilla de Plata de Peso de treinta y tres honzas con Quatro vasos Cortados de Plata»518. El peso de la tembladera de plata, que nos proporciona el escribano en esta manda testamentaria, equivale a 497,6 gramos, casi medio kilo; peso inalcanzable para lo que, en los estudios y catálogos sobre platería, se entiende actualmente por tembladera.


Figura 17C
Folio 87 del testamento de Don Antonio Rodríguez de Ledesma. Miranda del Castañar. Año 1750.

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     En el archivo parroquial mirandeño, y como manda devocional, consta en el inventario de 1753, «un tazón de plata sobredorada que mandó Doña Margarita Rodríguez de Ledesma a Nuestra Señora de la Questa»519.


     En la villa condal estas piezas para beber y servir la bebida (bernegal, tembladera y tazón) están documentadas sólo 8 veces durante 58 años.





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     Siglo XVIII. 1766-1779


     En Monforte se documentan 10 piezas, 5 en el siglo XVIII y 5 en el XIX, durante un periodo de 64 años.


     El primer ejemplo, un inventario de 1766, menciona «un barquillo de plata y dos cucharas de plata»520.


     «Un barquerillo de plata» se cita en inventario de Catalina Hernández, año 1777 [junto] a «un rosario de hueso blanco»521.


     En 1779, figura «un barquillo de plata pequeño sin un asa»522.


     En 1797, se hizo inventario, entre otras joyas y alhajas, de «un barquito [junto con] una campanilla y un cubierto de plata»523.


     En inventario de 1779, se describen «un barquillo, una cuchara de plata, dos de peltre en un hilo de gavanzas con cuatro alajas de plata»524.





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     Siglo XVIII. 1700-1744


     En inventario de Catalina González, viuda de Joseph García Sánchez, año 1700, constan «dos bernegales»543.


     En el inventario del Licenciado Don Juan Rodríguez de Tapia Palomino, año 1706, se describen «cuatro Bernegales de plata y una tembladera grande de plata, y estas zinco piezas con los bernegales pesaron 20 onzas y medio»544.


     En 1709, constan «nueve onzas y medio de plata en dos bernegales» en inventario de Miguel Rodríguez545.


     Finalmente, figura en inventario de María Garzía, año 1744, «un vasso de plata, que es vernagal pequeño»546.


     Los precios de estos vasos oscilan entre los 2 reales, los de valor menor, hasta los de 50. En el ejemplo más subido se llega a los 101 reales.


     El bernegal vivió documentado en Sequeros 86 años con 21 ejemplos.


ESCARBADOR, ESCARBADIENTES, MONDADIENTES, PAJUELA Y BARAJA DE ESCARBAR




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     Siglo XVIII. 1728


     Fragmento del testamento de la hija de Domingo López, vecino de Arroyomuerto, y de María González, mujer de Juan Gómez, ante el escribano de Miranda en el año 1728: «Ytem, mando a Ana Gómez, mi cuñada, dos escarbadores de plata y un santiaguito de la misma espezie, que io tengo»574.





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     Siglo XVIII. 1732-1776


     En el inventario de Antonio González Sancho, año 1732, figuran entre otras alhajas «un escarbadientes [junto con] una esquila de plata pequeña con su cadena, una Santa Madre, en echura de plata, un joiel antiguo y dos echuras de Franzia»575.


     En el inventario matrimonial de Luis Pérez de Clara, año 1738, se describe «un escarbadientes aumado con su cadenilla de plata, en 12 reales»576.


     En 1748, inventario matrimonial de Cathalina Zilleros, se cita «un escarbadientes de plata»577.


     En el inventario matrimonial de Águeda Valvuena, en 1750, constan «un escarbadientes labrado de plata y una Franzia grande, ambas piezas [pesaron] onza y media»578.


     En 1764, inventario de Ana Domínguez, figura «una medialuna grande, un corazón mediano, un escarbador, una paloma, un Cristo pequeño, un anillo y dos sortijas de plata»579.


     En el año 1764, inventario de Cathalina López, se describen «dos escarbadientes, uno grande y otro pequeño de plata»580.


     En 1765, en inventario de Santiago Martín, consta «una figura de pez con escarbador de plata»581; pieza conocida hoy en La Sierra de Francia como «trucha».


     En ese mismo año 1765, en la dote de Sebastián Sánchez, se menciona «un escarbador»582.


     En 1776 se describe en inventario de Josef Calama: «en un hilo de corales gordo, un Christo, una cruz de obiedo y un escarbadiente de plata sobredorada», como extremos583.





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     Siglo XVIII. 1769


     En testamento de María Sánchez, año 1769, consta «un escarbador de plata en 3 reales, dos hilos de perlas y un Vernegal de plata [el bernegal se tasó en] 30 reales»584.





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     Siglo XVIII. 1782-1799


     En dote del año 1782, se entregan, entre otros bienes, «seis hilos de corales con dos escarbadores de plata, una efixie de Christo, dos medallas, un agnus, una encomienda, un relicario, un Christo de plata, pendiente todo de los corales, en 80 reales»585.


     En la dote de Ysabel Vicente Puerto, que casó con Melchor Prieto, se entregó en 1799, entre otras prendas y joyas, «un Escarbador de plata zaumado con cinco piedras, dos azules, dos verdes y una encarnada con su cadena de lo mismo, en 30 reales»586.





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     Siglo XVIII. 1701-1798


     En inventario de Francisco Sánchez de la Fuente, año 1701, consta «un estuche con unas pinças y escarvador y cuchillo»587.


     En 1704, inventario de Juan Blanco, se describe «un cascabel de plata mediano con dos imágenes pequeñas de plata de Nuestra Señora de Francia y […] un escarvador de plata»588.


     De nuevo en 1704, ahora en el inventario de María Panchuelo, figura «un hilo con quince corales y once piedras pequeñas de cristal, y en él un escarbador de plata, un anus dei de plata pequeño y una encomienda de plata»589.


     En inventario de Catalina Ahumado, año 1704, «un escarbador de plata con cadena de latón»590.


     En 1704, inventario de Santiago Helices, se describen «dos abolloncitos labrados y cuatro lisos y un escarbador, de plata todo, más diez corales, una piedra de cristal y otras de vidrio»591.


     «Unas arracadas de plata aumada y su escarbador [se tasó en] una onça», en 1704, inventario de María Sánchez592.


     En la dote de Miguel Hernández, año 1708, se enumera «un hilo de corales menudos y medianos, uno con gavanzas y en él: dos medallitas de plata, una cruzita de plata, un escarbador de plata, unos granates y zinco piedras de bidrio; que pesa todo 2 onças»593.


     En el año 1710, inventario de Catalina Hernández, entran, entre otras alhajas, «onze sortixas de plata y un escarbador»594.


     En 1711, inventario de Ana Cascón Hernández, se tasó «una argolla de plata con dos abollones ahumados, un crucifijo, cuatro corales, dos piedras de cristal, un joiel aumado, unas arracadas con sus arillos, onze sortixas y un escarvador, todo de plata; pesó 11 onças y 3 adarmes». Caso curioso en que, «aseguradas» sus dispares piezas en una argolla, se pesan pero no se tasan595.


     En inventario del año 1715, se enumeran «una cuchar de plata y un escarbadientes y un anusdeito de plata y dos jarritas de plata, que todo lo pesó»596.


     En inventario de 1718, figura «un escarbador de plata»597.


     En la dote de Miguel Sánchez, año 1722, se tasaron «dos hilos con: catorce gabanzas, dos carros, dos abollonitos, un escarbadientes y598 un anusdeito de plata en 34 reales».


     En inventario de 1724, se describe «una bolsista de raso y en ella un hilo con dos gabanzas, dos piedras de cristal y un escarbador de plata»599.


     En el inventario llevado a cabo en 1725, cuando casó Antonio Martín, se enumeran, entre otros bienes, «dos anusdeitos y escarbadientes»600.


     En 1729, se hace inventario de «una baraja de escarbar con su cadena de plata»; una de las escasas ocasiones en que se denomina así al escarbador. Figura, además, como pieza de por sí, sola en su cadena601.


     En inventario de Manuela Phelipe, año 1742, consta «una iguita de plata chiquita y un escarbador grande con una cadena de plata»602.


     En 1747, figuran en inventario de Ysabel Curto «tres ylos de corales con medialuna y escarbador de plata»603.


     En ese mismo año, en inventario de Catalina Blanco consta «un hilo con veinte gabanzas, dos abellanas labradas, anusdeito y escarbadientes, todo de plata»604.


     En inventario de María Sánchez, año 1748, figuran «cinco hilos de corales con un manojo, una imagen de Nuestra Señora grande, un crucifijo, un escarbador y cadena y anusdeito de plata, el anusdei aumado»605.


     También en este mismo año, figura en otro inventario «un escarbador grande de plata y una imagen de Franzia»606.


     En inventario de Antonio Sánchez de Lorenzo, en 1748, se describe «un manojito de corales con siete ylos y catorce piezas de plata y dos escarbadores y Señor Santiago»607.


     En inventario de Francisca Conde, año 1748, constan «dos dijitos de plata y un escarbadientes de plata»608.


     En inventario de 1750, «un escarvador y cadena»609.


     En inventario de Francisco Phelipe, año 1751, consta «una paloma y escarbadientes de plata en un hilo con diecisiete gabanzas, dos piedras de cristal, cuatro abellanas labradas pequeñas, dos carros pequeños y un cruzifijo de plata»610.


     En 1755, en inventario de Manuel Ahumado, «cuatro hilos de corales con escarvador y una imagen de Franzia de plata»611.


     En inventario de Bartolomé Sánchez Casado, «un hilo de plata, un escarbador y una Nuestra Señora, de plata», año 1757612.


     En el año 1762, en inventario de María Sánchez figura «un escarbadientes de corazón, de plata»613.


     En inventario de Ana Belasco, año 1762, se describen «cuatro hilos de corales con imagen de Franzia, una medialuna grande, una cruz de Alcaravaca y un escarbador, todo de plata»614.


     En inventario de Ana Domínguez, año 1764, consta «una medialuna grande, un corazón mediano, un escarbador, una paloma y un Christo pequeño»615.


     En inventario de Catalina López, año 1764, figuran «dos hilos de corales con un escarbadientes de plata y una imagen de Nuestra Señora de Franzia pequeña. It. un escarbadientes con medialuna y dos imágenes de Franzia pequeñas, un Cristo de Burgos, una medialuna y librito de plata en un cordón»616.


     En inventario de Santiago Martín, año 1765, se describen «tres hilos de corales con seis carritos de plata pequeños sobredorados, una cruz pequeña y encomienda y una figura de pez con escarbador de plata»617. De nuevo en 1765, en la dote de Sebastián Sánchez, se tasó «un escarbador y medialuna en 4 reales»618.


     En dote de Francisco Curto a Alonso Sánchez, año 1767, se otorgaron «cinco bueltas de corales y un San Antonio de plata, una joyita de echura de oro y escarbador de plata con su cadena de lo mismo». En la misma dote figuran, además, «cuatro hilos de corales con escarbadientes con cadena, todo de plata, ocho carritos de plata, medialuna y Santiago»619.


     En el año 1770, inventario de Manuel Hernández de Lorenzo, constan, entre otras alhajas, «cuatro hilos de corales con un escarbador, una medialuna y una cruz de Carabaca, todo de plata»620. En inventario de este mismo año, figuran «cinco ilos de corales y un escarbadientes con su cadena, un Cristo de Burgos, un Santiago y un librito de plata»621.


     En 1771, en inventario de Isabel García, se describen «un escarbadientes con su cadena […]. It. tres quarterones [de peso] de hilos de corales y gabanzas con: treze piezas de plata de imágenes, un escarbador, una verónica, un agnusdei pequeño en que se incluyen diez sortixas y anillos y unas arracadas de jarra, quebradas, y una higa de coral»622.


     En 1775, en inventario de María Gascón, se describen «dos escarbadores y un anusdei pequeño, una Nuestra Señora de los Remedios, con una cadenita en uno de los escarbadores, todo de plata»623.


     En 1776, inventario de Antonio González, constan «cuatro hilos de corales con una cruz de plata, que la tienen dos ángeles, una imagen del Enar de plata y escarbador de lo mismo»624.


     En el año 1778, en inventario de Ysabel Elices, figuran «cinco hilos de corales con un Cristo de Burgos, un relicario, dos escarbadores grandes y una verónica, todo de plata»625.


     También en 1778, inventario de Rosa Blanco, «tres hilos de corales con dos escarbadores y un anusdei pequeño de plata»626.


     De nuevo en 1778, inventario de Juan Sánchez Casado, figuran «tres hilos de corales con una verónica y un escarbador de plata»627.


     En 1781, inventario de Alonso García, consta «un hilo de corales con quince gabanzas, dos abollones, un escarbador, una paloma y una imagen de plata»628.


     En 1784, inventario de Manuel Aumado, constan «cinco hilos de corales con librito y dos escarbadores, uno con cadenilla de plata, más un escarbador pequeño en un cordoncito»629. Tres escarbadores en una misma colección.


     En 1789, inventario de Theresa Gascón, se cita «un hilo con onze estremos y un escarbador con su cadena, todo de plata»630. El cordón o la cadena serían más cómodos para utilizar el escarbador sin tener que mover todo el hilo o la vuelta de corales.


     En 1798, inventario de Felipe Díez, constan «tres hilos de corales buenos con un escarbadientes en joiel, un San Antonio y una joya, de plata todo»631.


     En el año 1798, en inventario de Antonio González, constan «cuatro hilos con una medalla grande, un San Antonio, un escarbador grande, una Pilar y otra Zaragoza, un Cruzifijo grande con tres almendrillas grandes aumado y632 una verónica grande, afeligranada».





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     Siglo XVIII. 1775


     En testamento otorgado en 1775, ante el escribano de Miranda del Castañar, constan, entre otros bienes, «seis hilos de coral fino con escarbadientes y un anusdeito de plata»633.





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     Siglo XVIII. 1728-1775


     En testamento de la hija de Domingo López y mujer de Juan Gómez, año 1728, se dice: «mando a Ana Gómez, mi cuñada, dos escarbadores de plata y un Santiaguito de la misma espezie que io tengo»634 .


Figura 18A
Miranda del Castañar. Testamento de la hija de Domingo López, año 1728, en que deja en manda, a su cuñada Ana Gómez: “dos escarbadores de plata y un Santiaguito de la misma espezie que io tengo”. (AHPS.Prot.6145, f.3v.)

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     En inventario del año 1749, se enumeran «seis sortijas de plata y dos escarbadores de lo mismo, medianos»635.


     En la tasación de bienes dotales que Santiago Rodríguez Maldonado otorgó a Josefa, su esposa, en el año 1754, por valor de 4.916 reales de vellón, entró: «un escarbador de Plata en siete reales de vellón. Yten ochocientos reales de vellón que sumaron las vistas con su[s] paño[s] y demás alajas de corales y de Plata que le donó dicho Santiago Rodríguez Maldonado a dicha Josepha […] que, junta dicha cantidad con [los] ochocientos Reales que ymportó el Bestido de galas […] a su Muger, suman la cantidad de 5.716 reales»636.


     Este documento viene a confirmar cómo lo que actualmente vemos como indumentaria exclusiva de la Alberca y Mogarraz, el coral y la plata, lo fue también de Miranda, y así habrá sido en el resto de poblaciones serranas.


Lámina XVI. a)
Abuela ensimismada ante su nieta, ramajera de la Virgen de la Cuesta. A partir del siglo XVIII se aprecia el cambio de la indumentaria femenina serrana, especialmente en las joyas (pendientes de miriñaque de oro y aljófar e hilos de oro), ahora sólo desde el cuello a la cintura, en contraposición al traje de Vistas o Davias. Lleva peinado de rizo y moño de picaporte del que cuelgan las cintas de seda o “síguemepollo”. Viste jubón, manteo de color de pasa, mandila bordada con hilo de oro y canutillo y pañuelo de manila de color avinado. Miranda del Castañar. Fotografía de Fernando Gil Nieto.

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Lámina XVI. b)
“Mirandeña asomada a la ventana. Viste traje de “Gro” (Grograin), pañuelo “de cien colores”, pendientes de miriñaque y “pecherá” de hilos de oro de los denominados de “avellana” y “huesos de aceituna,” de los que cuelgan cruces, galápagos, veneras esmaltadas, medallas y monedas, desde el cuello a la cintura. Señala este traje el cambio radical, en el siglo XIX, del gusto por las joyas protectoras, que hemos estudiado en esta obra, por las de "ostentación”. (Miranda del Castañar, c. 1980).

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     En el año 1775, consta en inventario de Pedro Rodríguez de Ledesma «una pajuela de plata, quebrada»637.





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     Siglo XVIII. 1700-1749


     En almoneda de don Gonzalo Sanz, presbítero, año 1700, consta «un escarvador de plata, nuevo»638.


     En testamento del año 1744, se hizo manda a familiares y a varias imágenes de la villa de San Martín de las siguientes joyas: «a mi mujer un ventioseno de Véjar para que me traiga luto y asista a mi sepultura. A mis nietas unas mantitas negras. El escarbador de plata a Nuestra Señora de Gracia y los siete hilos al Rosario, y el agnus bueno al Socorro. Las bayetas, para enbueltas para la criatura que pariese mi mujer»639. De nuevo un ejemplo de joya-utensilio, en herencia a imagen sagrada; ni más ni menos que un escarbador.


     En inventario de 1749, figuran «dos escarbadientes de plata medianos»640.





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     Siglo XVIII. 1703-1779


     En el año 1703, figura en inventario de Catalina Rodríguez, «un quarterón de corales finos con un escarbador de plata»641.


     Año 1705. En inventario de Agustín Rodríguez, se enumeran «una piedra de Elche [sic por de leche] engastonada en plata, unas almendras de plata pequeñas, un hilo con dieciocho abellanas y gavanzas de coral, un escarbador de plata y dos piedras de cristal»642.


     En 1741, en inventario de Custodio Isidro, se describen «tres escarbadientes de plata y cuatro onzas de corales en dos manojos»643.


     En el de Joachín Rodríguez, año 1742, consta «una pajuela de plata […] y un escarbador de plata de corazón». Se hace aquí clara diferencia entre la variante de pajuela de baraja y la fórmula cordiada644.


     En 1746, inventario de Agustín de Anaya, se hace constar «un escarbadientes de plata» sin más645.


     En inventario de Miguel Rodríguez, año 1748, figura «en un hilo de corales delgados un escarbador de plata y una Luneta de plata»646.


     En el de Francisca Gascón, otro «escarbador de plata», año 1750647.


     En la dote de Isabel Sánchez, se tasaron en el año 1761 «quinze onzas de corales con sus estremos sobredorados y diversas medallas y dos escarbadores de plata, en 300 reales de vellón». Distingue aquí el tasador las medallas y escarbadores del resto de los extremos que no especifica, posiblemente relicarios y dijes648. En este mismo año figura otra dote a Isabel Sánchez, donde se tasaron «siete onzas de corales con sus estremos y un San Antonio y un escarbador de plata», además de «una navaja y otras piezas más, apreciado el conjunto en 200 reales». Debe ser dote proveniente de otra rama de la familia649. Sigue esta segunda dote el mismo criterio de la primera: varias onzas de corales, una medalla de san Antonio, quizá de las de «hechura figurada» o de bulto, un escarbador, que no podía faltar, y los demás «estremos» que no se detallan.


     El inventario de Melchor García de Santiago, año 1762, especifica «media libra de corales en cuatro manojos con diferentes estremos, y un escarbador, una medialuna y un anus de plata». Se nota la mano del mismo tasador en estos tres documentos: el peso de una partida de corales, la serie de piezas que no especifica y dos o tres más destacadas que señala, entre ellos el escarbador650.


     En el año 1763, el inventario de Josepha Sánchez Montero describe «cinco hilos de corales gordos con un escarbador» como única pieza651.


     En el inventario de Francisco Sánchez Palomino, año 1764, se enumeran «tres onzas de corales delgados y gabanzas con escarbador de plata», como extremo y pieza de prestigio, que estaba sin duda de moda652.


     En inventario de Federico Anaya, año 1765, figuran «doze hilos de corales con un escarbadientes y un anusdei pequeñito, que pesan un quarterón»653.


     En el año 1765, en inventario de Isabel Cordero consta «un escarbadientes en cuarterón y medio de corales con arracadas, higa de coral engarzada654 en plata y dos gavanzas».


     En inventario de Ana Montero, año 1770, «un escarbador pequeño junto a seis medallas de plata pequeñas y un botón de plata afeligranado»655.


     En inventario de 1775, se tasó «un escarbadientes y una joita de echura de oro, y otro escarbadientes de plata, que todo pesó media libra, en 160 reales»656.


     En inventario de Joseph Huerta, año 1775, se menciona «una cruz con varios engarzes y escarvador, que pesan onza y media, en 32 reales»657.


     En inventario del año 1777, constan «tres escarbadores de plata, medianos, en 16 reales»658.


     Finalmente, en el año 1779, en inventario de Miguel Sánchez Palomino, se tasaron «dos hilos de corales delgados con dos escarbadores, una medalla buena y un tablerito, todo de plata, que pesó 5 onzas, a 12 reales cada una [60 reales]»659.





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     Siglo XVIII. 1705-1797


     En 1705, en inventario de Agustín Rodríguez consta «un escarbador de plata»660.


     En inventario de Juan Vicente Sánchez, año 1797, se tasó «una cinta de desposado en 6 reales y un escarbador de plata con piedra verde, en 10 reales»661.





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     Siglo XVIII. 1754-1797


     En carta de dote de Josepha Martín, que casó en segundas nupcias con Santiago Maldonado en Aldea del Conde [actual Villanueva], consta en el año 1754 «un escarbador de plata en 7 reales de vellón»662.


     En el año 1757, se tasa en inventario «un escarbador de piedra en 8 reales»663. En este mismo año 1757, constan en inventario «un escarvadientes con una piedra blanca, y es de plata, en 8 reales; otro escarbador de plata sin piedra, 4 [reales], y otro escarbadientes de corazón, 3 [reales]»664 ¿Ha de entenderse en estos ejemplos «escarbador con piedra» y no «escarbador de piedra»?.


     En inventario del año 1757, figura «otro escarvador de corazón, 3 reales»665.


     En inventario de 1765, se tasó «una gargantilla con un escarbador de plata en 16 reales y 14 maravedís»666.


     En inventario de ese mismo año 1765, constan «tres hilos de corales y en ellos dos escarbadores y una cadena de plata»667.


     «Dos escarbadores de plata, el uno pequeño y otro grande, de corazón, en 5 reales» figuran en el año 1771, en inventario de Casimira Zerezo, mujer de Santiago Ruano, carpintero668.


     En inventario de Santiago Álbarez, año 1771, constan «siete hilos de corales con un San Antonio y un escarbador, todo de plata»669.


     En 1772, ahora en inventario de María Sánchez Maldonado, consta «un jubón mediado, de paño de mujer, con un escarbador de plata [probablemente incorporado], de la difunta»670.


     En inventario de Ana de Felipe, año 1773, se describen, entre otras alhajas y joyas «zinco hilos de corales con un escarvador y cadena de plata»671.


     En el de María Hazera, año 1778, consta «media libra de corales, y en ellos tres medias lunas grandes de plata, un San Miguel de plata, una cruz de Caravaca de plata, grande, una encomienda de plata, grande, un escarbadientes de plata, grande con una piedra encarnada y unos zarcillos antiguos, de plata, afeligranados»672.


     En inventario de Domingo Prieto Hernández, año 1778, «dieziseys ylos de corales y en ellos un escarbadientes»673. Debió de ser deslumbrante la vista de tal cantidad de corales, pocas veces igualada en la Sierra de Francia (quizá sólo en la villa de Cepeda), con la única pieza del escarbadientes de plata como extremo.


     En el año 1780, en inventario de Josef Ximénez, se enumeran «tres hilos de corales con siete piezas de plata [a saber]: tres escarbadientes, dos palomas, una Pilar y un San Antonio»674.


     En el inventario de Ángela Martín, en 1780, se describen «dos ylos de corales, dygo dos manojos, que componen once ylos, y en ellos las piezas siguientes: tres escarbadientes grandes, uno con piedra encarnada, y más tiene un manojo con seis estremos de plata y, el un manojo, tiene once estremos de metal pajizo, dos medallas del Rosario y San Antonio, una encomienda de plata grande con una piedra encarnada, joya de echura de oro grande con nueve piedras, cinco encarnadas y cuatro verdes»675. De nuevo un pentimento y una muy pormenorizada (y cargada) descripción de lo que se estaba tasando.


     En 1781, en inventario de Marivela Martín, figuran «onze ylos de corales buenos con dos estremos de plata y escarbadientes de plata con cadena de plata; más seis ylos de corales gordos con ocho estremos de plata con dos escarbadientes de plata con cadena, piedra y con dos medallas»676.


     En inventario de Antonio Sánchez Pascual, año 1782, constan entre otros bienes, «onze ylos con seis estremos de plata y onze de alquimia, tres escarbadientes de plata, uno con cadena de plata, y en él un escarbadientes sin punta [que todo pesó] 5 onzas y media, en 77 reales»677.


     De nuevo en 1782, inventario de Teresa Prieto, se describen «seis ylos de corales con una Nuestra Señora del Sagrario, un corazón, una efixie de Cristo y un escarbadientes»678.


     En inventario de Francisca Sánchez de Pasqual, año 1788, se menciona «un escarbadientes grande con cadena de plata, en 16 reales»679.


     En escritura de Villanueva, ante el escribano de Miranda, año 1788, se tasaron «un alnudei [sic] de plata y un escarbador de plata con una piedra, y una media luna de plata con piedrería, en 30 reales»680.


     En 1790, inventario de Agustín Martín Cortes, se tasó «un escarbadientes de plata y una joya, que está unida, en 38 reales»681.


     En 1797, inventario de Antonio Martín Sánchez, se tasó «una almilla de segobia con escarbadientes de plata [incorporado a esa prenda interior], en 15 reales»682.


EL ABANICO O ABANILLO




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     Siglos XVIII-XIX. 1793-1821


     En inventario de Alejandro Panchuelo, escribano en esta villa, entre 1758 y 1793 (año de su muerte), se registra el 5 de octubre: «un avanico»704.


     En el año 1808, quince después de su fallecimiento, su hija Teresa Panchuelo declara un robo de joyas en su casa, pasaje que, por su interés etnográfico, transcribimos a continuación:


     

En 24 de mayo, día primero de Pasqua de Rexurreción descalaron la casa por el postigo de la trasera […], y de allí me llevaron dos Nievas, una Nuestra Señora del Puerto, dos San Antonios de plata, aumado, uno [de ellos] sin ramos, por tenerle quitado y limpio [el ramo de azucenas que lleva el santo en una de sus manos], y el otro por limpiar. Un S[anto] G[rande] en relicario sin estremos, llano [sic por liso] y la vidriera para donde está la imagen de Nuestra Señora, quebrada. Una Corona [rosario pasionario, de siete misterios]705, dado el lastre como de tumbaga dorado, con una vorla verde y medalla avajo, de 6 reales. Una sortija de tumbaga […]. Que hallándome noticiosa que las fueron a vender al lugar de la Alberca, pasando yo en casa del platero me las manifestó, y entervenido [sic] en ello, el juez de primer voto [me las devolvió]706.


     Las advocaciones más genéricas y abundantes como los agnusdei, las verónicas y los lignumcruzis, especialmente en los relicarios y también en las medallas, funcionan en los inventarios como sinécdoque. En algunos casos, por desconocimiento, porque no ven la necesidad de concretarlas o por otras razones que no hacen oscilar su precio, los tasadores eluden el nombre de las advocaciones. En este pasaje el tasador suple la advocación con dos mayúsculas (un «S»anto «G»rande).


     Entre los «Bienes adquiridos y aportados al matrimonio, que su marido da a Doña Wenceslada Sánchez» en 1821, se describe «un Abanico de seda [con varillas] de hueso, nuevo, en 80 reales»707.





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     Siglos XVIII-XIX. 1742-1851


     En la dote que doña Manuela Muñoz y Liño, otorgó a su hija, doña Manuela Delgado de San Román, vecina de Miranda, cuando casó en 1742 con don Joaquín de Coca, residente en Cepeda, se cita y tasa ante el escribano de esa villa «un abanico en 15 reales»708.


     En el inventario de Don Rodrigo Alfonso de Moreta, año 1771, se describen, entre otras muchas joyas y ropas, «dos abanicos del uso en 12 reales de vellón [junto a] dos pares de guantes de ilo fino labrados, de mujer, en 20 reales». Se comenta a continuación en el texto: «que no se le da balor ni se an tasado por traerlo Doña Florentina Rodríguez de Ledesma, viuda del citado difunto»709.


     En la dote de Juan Tostado, natural de Montemayor y vecino en Miranda, se tasan en el año 1788 «dos avanicos en 8 reales»710.


     En el año 1810, en la dote de don Sebastián Pérez Aguado, Natural de Béjar y vecino de Miranda, figuran también «dos Abanicos, en 8 reales»711.


     En el inventario de dote de don Mariano de la Peña Aceves y María Joaquina Yvancos, noviembre de 1842, figuran «seis abanicos de todas clases [valorados en] 2 reales; un pañuelo de crespón de la India y un abanico, 190 reales», entre otras prendas y joyas de gran valor que, por su interés, queremos destacar, donde alternan ropas y joyas de corte tradicional con otras de la más alta moda a la europea:


     

Un aderezo de diamantes compuesto de collar, pendientes, alfiler y adornos del pelo clavados en plata, 14.650 reales; otro de aljófar y pendientes con sus diamantes, en 800 reales;[…]; dos alfileres valencianas para el pelo con sus cabezitas afeligranadas, 30; vestido de charra completo, 1.100 reales; dos pañuelos grandes de crespón de la India, de diferentes colores, 360 reales; un mantón de colores 200; seis pañuelos de seda de la India para la mano, 180; ocho pares de guantes de seda y cabretilla, 80; diez pares de zapatos de seda, 80; un sombrero de camino, de palma,110; un vestido negro de gro con listas de raso y guarniziones de blonda y otro de color de rosa guarnezido, 2.500 reales; un bolsillo de blonda y chalina de seda, 30 y diez pares de zapatos de seda, 140 reales712.


     En el inventario de dote que aporta en matrimonio doña Josefa Ledesma Díez, del importante linaje mirandeño de Los Dieces, en 1851, entra:


     

Un abanico bueno grande, en 60 reales y otro de varillaje dorado en 50». Junto a ellos destacamos, del mismo inventario, «ocho pares de guantes en 80 reales, una alfiler «de retrato» en 20, unas agujas para la mantilla en 12 y otra alfiler «con país» en 14 y varios pares de pendientes: «de perlas pequeños, en 240 reales; otros de oro, largos, en 200 reales, otros de oro esmaltado en 100, otros pequeños en 80, otros inferiores en 30 y una sortija con diamante, en 120 reales»713.





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     Siglo XVIII. 1733-1764


     En Sequeros un mismo abanico aparece registrado dos veces con una diferencia de treinta años. Primero en las capitulaciones de Francisco Berrocal Montero y Margarita Sánchez Palomino, año 1733, donde figura «un avanico fino de tafetán en 10 reales»719. Después, en el inventario de Agustina González, viuda del mismo Francisco Berrocal, en 1764, al año de la muerte de este escribano, se mencionan, entre otros bienes, «dos abanicos viejos»720 (uno de ellos sería el descrito más arriba).


     A lo largo de estos años, hemos visto citados abanicos de seda y abanicos finos de tafetán; de seda y hueso; con varillas de plata y otros dorados; abanicos de diferentes colores, grandes, del uso (sic por ordinarios o comunes), nuevos, mediados, más que mediados y viejos (que son las clasificaciones sobre el estado de conservación). Abanicos buenos y de «todas clases». Casi siempre se mencionan dos ejemplares en cada inventario y, en los casos más espléndidos, seis y hasta siete. Los abanicos de calidad ordinaria se aprecian entre 4 y 6 reales la pieza. Los de calidad entrefina o fina, entre 10 y 12 reales por unidad, y los de calidad extraordinaria pueden oscilar entre los 50 y los 60 reales en el siglo XVIII, alcanzando en el XIX los 80 reales.


     En varias fotografías de aparato que conservamos de parejas, grupos, o señoras solas, de Candelario, Mogarraz y la Alberca, entre los años 15 y hasta mediados de los 30 del pasado siglo, la mujer aparece con el abanico como joya utensilio de manos y también, alternando la sombrilla con el abanico, elementos representativos de lo luminoso, cálido y alegre. Estas escenas se contraponen a aquellas donde la mujer recatada y piadosa se muestra con el misal y el rosario, o hacendosa con la rueca y las labores de costura y el bordado, eterno estereotipo femenino de la mujer de provecho, en su casa o a la puerta de ella.


RELOJ Y ESPEJO DE FALTRIQUERA Y OTRAS VARIANTES




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     Siglo XVIII. 1745-1755


     El primer relox de los conocidos como «de faltriquera», documentado en la Sierra de Francia en 1755, corresponde al clérigo albercano don Juan Antonio Manuel de los Hoyos Huebra, canónigo de la catedral de Ávila: «relox de faltriquera, y uno de semilor con segunda caja»733. En 1745 ya aparece mencionado trabajando en su oficio en esta población serrana un «Pablo Martín, reloxero»734.


Lámina XX. a)
El éxito de los cursos de verano de la Escuela de Cerámica -desde 1914 (Arenas de San Pedro) al 2008 (Hinojosa de Duero), con estancias en Candelario (1922) y especialmente en la Alberca (años 1923, 24, 35, 36 y 1942)- tuvo un evidente impacto socioeconómico, como lo demuestra la comercialización de esta “albercana/voltímetro” en traje de Vistas (Colección Particular).

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     En estos años y por más que quede atestiguada la presencia de maestros relojeros locales como el que acabamos de citar, ni en ciudades de la importancia de Sevilla parece poder confirmarse la presencia de estas piezas que no fueran de importación (Sanz 1986: 55).





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     Siglos XVIII-XIX. 1779, 1801-1865


     En inventario del año 1779, se enumeran ente otras alhajas «cuatro relicarios y un espejito chico viejo, en 6 reales y medio»735, sin determinar si este espejo corresponde a una variante de faltriquera, de brazalera (como sucede en un ejemplo de Cepeda del año 1708) o compartiendo una de las vidrieras en una joya-relicario.


     En Candelario el reloj como joya-utensilio se afianzó más que en la Sierra de Francia, con seis ejemplos en el siglo XIX. El primero de ellos corresponde al año 1801, en inventario de Narciso Rico: «un relox de campanilla, 30 reales»736.


     En 1833, se describe en el inventario de Juan Antonio Rico Sánchez y los hermanos y herederos de Cecilia López Fraile: «un relox de faldiquera en 60 reales», que se enumera junto a «una campanita para los truenos [apreciada] en 4 reales y un alfiletero con un cordón, en 1 real»737.


     Un año después, en 1834 y entre los bienes de don Diego Rico Peña, escribano en esta población entre 1803 y 1806, se tasa «un relox de Faldiquera en 30 reales y otro relox de campanita en 40 reales»738.


     En el año 1865, entre los bienes o capital de Francisco Sánchez Vallejera y otros de su esposa, doña Petra Martín Bejarano, también de familia de escribanos, se aprecia un«reloj de plaqué de oro en 400 reales»739.


     Por último, en testamento de María Rico Bayo, se manda en ese mismo año 1865 «un reloj de sol, de latón, 4 reales»740.





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     Siglos XVIII-XIX. 1704-1806


     En el año 1704, en inventario de María Sánchez Casado, se registra «un espejo de faldiquera aforrado en guadamecil dorado y verde»741, espejo que podríamos denominar «de compañía».


     En inventario de Joseph Sánchez, año 1708, se describe un híbrido de espejo-relicario colgando de una brazalera. Por la vidriera principal, una pintura de la Virgen y por la vidriera de la espalda, un espejo: «una imagen de Nuestra Señora de belén con espejo, al otro lado del braçal»742.


     De nuevo en palabras de Julián Gállego, el espejo significa, por lo menos, tantas cosas como el reloj: «símbolo del alma devota en contemplación, del alma en pecado si ennegrecido; del hereje, roto; del divino amor en la Virgen; símbolo antiguo de la Verdad; es emblema corrido de desengaño y de la vanitas, y juez de uno mismo»743.


     Ya en el siglo XIX, se documentan en la villa de Cepeda dos ejemplos de reloj. El primero de ellos, en 1806, corresponde al inventario de Andrés García, donde se describe «una joya como de reloj de filigrana»744.


     El segundo ejemplar en esta villa, año 1821, se describe en la dote de Don Francisco Sánchez a su hermana doña Wenceslada: «un Relox de Osreguet [sic] de plata en 100 reales»745. Creemos que en este caso el tasador cantó un probable reloj «Luis Breguet» y el escribano entendió Osreguet746.





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     Siglos XVIII-XIX. 1766-1807


     En el inventario de alhajas de Nuestra Señora de la Cuesta, advocación muy venerada en esta villa condal, figura en 1766 un curioso ejemplo de ida y vuelta. Se trata de una joya-utensilio de carácter profano, en este caso un reloj, ofrecido en herencia a una imagen sagrada «para que lo traiga puesto de contino»; así consta durante 41 años en cinco inventarios de cofradía. Esta donación parece desmentir la opinión de que las mandas piadosas se realizaban con piezas ya en desuso:


     

Una muestra de relox con su caxa y esfera de plata, usual y corriente, [sic por «en estado de marcha»], que mandó a dichª Ymagen D. Antonio Fernández de la Parra, vecino que fue desta Dchª Vª, a disposición de D. Juan Ginés de Negrilla, B[ene]f[zia]dº [de la parroquial de Santiago y San Ginés de esta villa], ya dicho, en cuio poder existe de orden de Su Illmª [el prelado de la diócesis] 747.


     Esta alhaja vuelve a citarse en el inventario de 1793 y en el de 1798, donde figura escuetamente como «un relox de plata labrado» 748. Sin fecha y en folio suelto, aunque con tasación, consta una vez más «un relox de faltriquera en 700 reales». Finalmente se menciona en el año 1807 «un relox vendido en 150 reales».


TIJERAS, NAVAJA, ALFILETERO, DEDAL Y OTRAS FRIOLERAS




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     Siglo XVIII. 1781


     En inventario albercano del año 1781, se describe «un Alfiletero de palo de rosa, viejo, con alfileres y abujas y un alfiletero de china, dos palmeros y un cesto de mimbre»757.





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     Siglo XVIII. 1792


     En el inventario de bienes de Joachina y María García, año 1792, figura «una navaxita que se le dio [a cada una]. Más un pañuelo azul para el día de Santa Ana, 7 reales y medio». Son regalos establecidos en días señalados758.





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     Siglo XVIII. 1701-1762


     En el año 1701, en la dote de Mariana Gallardo, ofrecemos como curiosidad «una caja de plata para tabaco»786. Nos preguntamos si, en esa época, el uso del tabaco para masticar o para fumar era cosa de mujeres, como lo fue en algunas comarcas de Asturias hasta bastante entrado el siglo XX.


     «Un dedal de costura», formando conjunto con piedras de leche, piedras de cristal y un rosario, entró en el inventario de Andrés Sánchez Cebrián, año 1719787.


     De nuevo en 1719, en inventario de María Bernardo, mujer de Antonio Martín, se cita «un estuche de costurera»788.


     En inventario de 1762, figura «una carta de alfileres con un cuchillito de tocados»789.





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     Siglo XVIII. 1742-1761


     En inventario de bienes de Joachin Rodríguez, año 1742, se describe «un alfiletero de hueso»796.


     Entre los bienes dotales que recibió Ysavel Sánchez en 1761, se tasó «una navaja con mango de nácar y diversas medallas, en 4 reales»797.





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     Siglo XVIII. 1788


     En Villanueva del Conde, en inventario de Sebastián Prieto Hernández, año 1788, se enumera «una cuchilla de faltriquera, en dos reales»799. En el de Josef Rodríguez, año 1791, consta también «una navaxa de faltriquera en 2 reales»800.


     En el de Santos Prieto, año 1776, figura un tipo de tijeras, específicas para determinadas labores profesionales, en este caso «unas tixeras del uso del ofizio de zapatero; it. Unas tenazas y un martillo de dicho ofizio; it. Un martillo y tres yerros de picar, del ofizio; it. un cuchillo de peto, de podar»801.


     Como señalábamos, algunas joyas-utensilio de uso cotidiano como las tijeras y otras, consideradas a veces en los documentos como «frioleras», «menudencias» y «niñerías», no han llegado a quedar adscritas como piezas-testigo, que sepamos, en ninguna variante de la indumentaria local y comarcal estudiada aquí. Posiblemente, las escasas piezas antiguas que se hayan conservado yacen olvidadas como elementos descontextualizados en espacios secundarios de la casa o de arquitecturas auxiliares en cajas, bolsas, hatijos, arquillas y palmeros.


EL CHUPADOR




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     Siglo XVIII. 1789-1793


     Entre los bienes que en el año 1789 aportó al matrimonio Fernando Gutiérrez de Valbuena en sus segundas nupcias, figura, junto a otras alhajas, «un chupador de vidrio con una cadenilla de plata [tasado en] 4 reales»810.


     «Una esquila de plata y chupador con sus cadenas en 60 reales» se describe en la entrega de bienes de Manuel Gutiérrez a Francisco Valbuena como curador de su mujer, en el año 1791811. La misma descripción y precio vuelve a salir en el inventario de Francisco Valbuena en 1793.





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     Siglo XVIII. 1794-1819


     Tres documentos constatan en Cepeda la presencia del chupador.


     En 1794, en el inventario de Manuel Phelipe se describe «una chupadera con cadena de plata»812; «un chupador de plata en 4 reales» fue tasado en la dote de Catalina González, año 1808813; y «una chupadera engastonada en plata» en el inventario de María Phelipe, año 1819814.





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     Siglo XVIII. 1771-1814


     En esta villa y entre las piezas de plata del licenciado don Eduardo Delgado San Román y Tostado figuran, en 1771, «unos dixes de plata que se componen de campanilla, mano de texo, una Santa Theresa, una cruz de alcarabaca y un chupón, todo con su cadena de lo mismo»815.


     De nuevo en 1771, ahora en inventario de don Rodrigo Alfonso de Moreta, se describe «un chupador de christal con engarze de plata»816.


     En inventario de don Miguel de Moreta, año 1814, fue tasado «un cascabelito de plata y un chupón de cristal, en 20 reales»817.





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     Siglo XVIII. 1741-1759


     En inventario del año 1741, se tasó «un chupador de vidrio engastonado en plata»824.


     En el de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, de la parroquial de San Martín, año 1759, se enumeran los dijes del Niño Jesús que porta esta imagen en su ceñidor, que se componen de «tres chupadores de plata pequeños, un coral engastonado, y un clavo y un arracada de coral y un collar de venturina con perlas falsas en plata y un cristal engastonado y un corazón de plata, zaumado, con marco»825. Los tres chupadores repetidos proceden de otras tantas mandas y ofrendas familiares invocando protección. Los dijes de este Niño vuelven a repetirse con variaciones respecto al inventario anterior en el del año 1883: «una lunetita, dos campanyllas de plata, un coral, una encomienda de metal de santo Domingo, una calabacilla de azabache con su sobreanilla de plata y un chupador de cristal engastonado en plata con listas encarnadas»826. Estas llamadas listas encarnadas deben de ser los espirales de cristal de colores del interior del chupador, cuyo movimiento, según creencia, aceleraba el lenguaje del niño.


     Llama la atención en este grupo de dijes el clavo ¿presentimiento de la Pasión de Cristo?





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     Siglo XVIII. 1777


     En inventario del año 1777, se tasó «una cadenita de plata con un chupador de cristal en 6 reales»827.





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     Siglo XVIII. 1789


     En el inventario de Manuela Sánchez Maldonado, año 1789, se hizo tasación, entre otras alhajas y joyas, de «dos chupadores de cristal con cabos de plata, en 4 reales»828.


     Una de las transformaciones de joya profana en elemento de ajuar litúrgico es la del dije en general, y en particular el chupador, pieza tantas veces legada, de un niño al Niño-Dios y convertida en manda sagrada, como comentamos en ejemplos parroquiales de Monforte (1624), San Esteban de la Sierra (1810) y San Martín del Castañar (años 1759 y 1883). Con estas imágenes vestideras del Niño Jesús en brazos de la Virgen solía escenificarse el pasaje evangélico de la Circuncisión y la Purificación de María, saliendo a Misa de Parida, en la fiesta de la Candelaria, el día 2 de febrero.


     Constan en total 20 ejemplos de chupador en la documentación serrana: 4 en Monforte y San Martín respectivamente; 3 en Cepeda y Miranda; 2 en La Alberca y Villanueva del Conde y 1 en San Esteban y Sequeros cada uno, durante un periodo de 218 años de existencia documentada.


ESQUILITAS O CAMPANILLAS




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     Siglo XVIII. 1732-1793


     El inventario de bienes de Antonio González Sancho registra en 1732 «una esquila de plata, pequeña, con su cadena [junto con] una Santa Madre Teresa, un joyel antiguo y dos Franzias»833.


     En inventario de Fernando ¿Luis? de Belasco, año 1744, se describe «una esquilita de plata con su cadena»834.


     Entre los bienes que aportó al matrimonio Juan de los Hoyos, en 1758, constan «dos esquilitas de plata en diferentes manojos, y medallas»835.


     En inventario de María Martín, año 1782, se hacen constar «unos dijes de Niño con una esquila de plata con su cadena de lo mismo»836. Nos preguntamos por qué el tasador, al describir este lote, no incluyó la esquila entre los demás dijes. ¿No consideró aquí el tasador la esquila como amuleto contra el mal de oído, y pieza tan socorrida para espantar el nublao y sí sólo, joya-utensilio, localizadora del niño?.


     Entre los bienes que aportó al matrimonio en segundas nupcias Francisco González de Valbuena, año 1789, figuran «una esquila de plata [junto a] ocho medallas de plata con sus lazos, un chupador de vidrio con una cadenilla de plata, una Jiga de azabache con su cadena de plata y unas jarracadas de oro»837. Dos años después, en 1791, en la entrega de bienes a dicho Francisco González de Valbuena por parte de Manuel González, como curador de su mujer, consta la tasación, entre otras alhajas, «de una esquila de plata y chupador con su cadena, en 60 reales»838.


     Finalmente, en 1793, figuran en la entrega de bienes a Francisco Valbuena y María González, su segunda mujer, «una esquila de plata y un chupador con sus cadenas en 60 reales, más una marcelina [sic por mancerina] de plata [que pesó 11 onzas] en 230 reales»839.





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     Siglo XVIII. 1710-1789


     En inventario de 1710, se tasó «una esquila en 2 reales, un campanillo grande en 2 reales y un campanillo pequeño en 1 real»843. Los dos campanillos pueden ser piezas para el ganado.


     «Una esquila pequeña, en 28 reales» se describe en inventario de 1711844.


     En Candelario, año 1716, se cita en inventario «una esquila, en 2 reales, una campanilla grande, 2 reales, una campanilla pequeña, 1 real, 2 esquilas, 1 real»845.


     En el testamento de Francisco Obexero, año 1775, se tasa «Una campanita de bronze, en 1 real y medio»846. Por el tipo de metal empleado en esta pieza y si relacionamos el apellido Obexero con el oficio de pastor, o como alias, habría quizá que entender esta campanita de bronce como pieza más de ganado que de cristiano.


     En inventario y dote, otorgado al segundo matrimonio de María Campo, en 1789, se tasan «dos esquilitas de metal en 3 reales»847.





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     Siglo XVIII. 1704-1711


     En el inventario de María Sánchez Panchuelo, año 1704, se cita «una esquilita de metal» 850.


     En el año 1706, inventario de María Concepción Martín, se describe «una carçita [sic por arcaçita] con una esquilita»851.


     En inventario de Mateo García Díez, año 1711, se menciona «una esquilita de metal» 852.





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     Siglo XVIII. 1753


     En el testamento de Margarita de Ledesma, año 1753, consta una manda «de una campanita de plata a San Antón» 854. Ejemplo, una vez más, de una pieza personal, un dije de niño, que pasa a adornar el cuello del cerdito, o el báculo, de este venerado ermitaño, sus dos principales atributos.





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     Siglo XVIII. 1829-1830


     En inventario de 1829, se tasa «una esquila de plata con cadena de plata, en 40 reales» 855, y en otro del año 1830, «una esquila de plata mediana, 20 reales»856.





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     Siglo XVIII. 1704-1717


     En inventario del licenciado don Pedro de Frías, Alcalde Mayor de la villa de San Martín, año 1704, entra una «campanilla de plata con su cadena [junto a una higa de azabache, higa de cristal, corazón y agnusdei y un San Antonio]»859.


     En 1717, figura en inventario «una campanita de plata con cadena de plata [junto a un] agnus, mano de tejón y piedras de leche»860.





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     Siglo XVIII. 1759


     En inventario de Mónica Conde, 1759, fue tasada «una esquila de metal, en 1 real» 864.


     En 7 poblaciones está documentado el uso de la esquilita o campanilla durante un periodo de 214 años, con un número total de 39 ejemplares: 12 en Candelario, 10 en la Alberca, 6 en San Martín del Castañar, 5 en Cepeda, 3 en Sotoserrano, 2 en Monforte y 1 en Miranda del Castañar.


CASCABEL Y CASCABELERA




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     Siglo XVIII. 1764


     En inventario albercano de Theresa Martín, año 1764, consta «un cascabel de plata»867.





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     Siglo XVIII. 1703-1764


     En la dote de Marcos González con Catalina Ahumada, viuda, año 1703, figura un abundante número de joyas y alhajas, entre ellas «un cascavel labrado de plata»878.


     En inventario de Juan Blanco, en 1704, es descrito «un cascavel de plata mediano con dos imágenes pequeñas de plata de Nuestra Señora de Francia», probablemente medallas de las llamadas de «resplandor o espineras»879.


     En 1704, se cita en inventario de Juan González, Herrador, «un cascabel de plata mediano»880.


     En inventario de Ana González, año 1705, se tasó «un cascavel, que pesará [el valor de] 4 reales de vellón». Por el tiempo del verbo empleado aquí conocemos que el tasador estaba calculando el peso de la pieza al tacto en el hueco de la mano881.


     En testamento de Ana Martín figura, en 1706, «un cascavel de plata, mediano»882.


     En inventario de Andrés Sánchez, en ese mismo año 1706, se enumeran «una piedra y un cascavel» como extremos de un hilo, compuesto además por «dos carros de plata, quatro abollones de plata, doze corales medianos [y] una piedra [¿de las denominadas de leche o de lechisangre?]»883.


     De nuevo en 1706, se describe «un cascabel de plata mediano» en inventario de Pablo Martín884.


     En el testamento de María [ilegible el apellido], año 1710, se cita «un cascabel de plata, grueso, aumado»885.


     En 1710, en testamento de Antonio Martín, figura un «Cascabel aumado de plata»886.


     En el inventario de Pedro Blanco, año 1710, consta «un cascabel aumado de plata» 886b.


     En las partixas de Andrés ¿Maestro?, en 1711, se tasó «un cascabel de plata aumado en 15 reales»887.


     En 1741, inventario de María Blanco, se menciona «un cascabel grande»888.


     «Un cascabel de plata» entra, entre otras alhajas, en inventario de Ana Domínguez, año 1764889.


     De nuevo en 1764, se menciona «un cascabel de plata» en inventario de Theresa Martín890.





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     Siglo XVIII. 1749


     En inventario del año 1749, se describen «unos cascabeles de plata pequeños»893.


LA POMA DE OLER




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     Siglos XVIII-XIX. 1715-1842


     La primera joya de oler en la villa condal serrana consta en el inventario de don Francisco Díez de Ledesma, año 1715 (de la antigua familia de los Dieces): «un dije de poma, guarnecido, de oro, con tres pendientes de aljófares»904. Como el propio documento señala, aunque con un sentido indeterminado, esta pieza pertenece al orden creencial y protector, dentro de la familia de las joyas-amuleto, además de como joya-utensilio, con minuciosa guarnición de oro y aljófares en el extremo, a manera de chorro y de goteras.


     El segundo documento, ya en año 1842, pertenece al inventario de don Mariano de la Peña Aceves y María Joaquina Yvancos; es el único en que, explícitamente, se describe esta joya como «de oler» y ofrece dos variantes: una en facción de cañoncito y la otra de bellota: «un cañoncito de acero y una vellota de lo mismo para oler, 30 reales»905.


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