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TESTIGOS POR SIGLOS

PATENA




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     Siglo XVII


     En el siglo XVII, son ya seis, entre villas y aldeas, las poblaciones que en inventarios, testamentos y almonedas señalan la presencia de la patena, con Sotoserrano y Cepeda a la cabeza.


     Si poco se dice en los documentos sobre la labor o hechura que llevan las representaciones iconográficas en el campo de la patena, sólo si son figuras o imáxines, aún son menores las aportaciones sobre los elementos que guarnecen esta pieza, los denominados extremos o remates, y las esenciales técnicas –llana y labrada– con que, de manera tan poco generosa se nos describe esta joya, como sucedía también en el siglo anterior. El cerco o alrededor de la patena lleva una ornamentación contenida, aunque en algún ejemplo se presente como pieza de absoluto horror vacui: «patena de plata labrada toda la plata» (Cepeda, 1660). En la parte central o enmedio, la advocación presenta labores incisas, relieves y alguna vez esmaltes sólo por una de las caras: «patena esmaltada de berde, la una parte» (Cepeda, 1695), que era la mayor fineza en esta joya, la variante principal en la familia de las medallas.


     En 1601 aporta Sotoserrano los otros dos ejemplos de patena con esmaltes, aunque nada se pormenoriza sobre su hechura y colores. La patena en estos años va colgada de un sartal, o de una vuelta de corales y en otros casos, sujeta por un cordón, colonia o cinta noble de seda, en consonancia con la categoría de tal pieza. Esta modalidad de atar la patena es, como ya adelantábamos, estilo predominante en Cepeda.


     Pocas veces se proporcionan en este siglo los tamaños de la patena, aunque se dan los tres. La patena pequeña, que parece preferir para su colocación los sartales o sartalitos de plata (Cepeda en 1642 y San Martín del Castañar en 1673). La patena de tamaño razonable (Sotoserrano, 1601), como pieza de tres vueltas de corales. Finalmente, y de nuevo Cepeda (1649) y Sotoserrano (1601) nos ofrecen tres ejemplos de patena grande. En este siglo la cantidad máxima es de dos patenas por persona en ejemplos de Sotoserrano y Cepeda.


     Siglo XVII. 1600-1697


     En inventario del año 1600 se describen «tres vueltas de corales buenos, que tienen seis carrecitos de plata labrados, seis abellanas pequeñas labradas y seis lisas pequeñas y patena de plata buena con la figura de santa Lucía [en una parte], y en la otra parte la cruz con su toballa»74.


     En el año 1601, en inventario de las hijas de Antonio González, consta, entre otras alhajas, un «Sartal de plata que son: diez y ocho abellanas de plata, labradas, seis carrillos y patena grande con las ymágines de San Pablo y Santa Catalina […]. Más tres vueltas de corales buenos con siete avellanas gordas de plata, lisas y nueve pieças de plata, de las que llamamos granos y patena buena, que tiene la ymaxen de Christo y de San Pedro»75. En esa segunda pieza no queda claro si el Cristo (sic por crucifijo) ocupa la cara y san Pedro la espalda de la joya, o tiene representada en una sola escena, el evangélico pasaje de la entrega de las llaves. Se evidencia también en este documento un localismo, al nombrar el tasador unas piezas de plata, «que llamamos granos»76.


     En esta población parece tener una importancia, nada frecuente en otras, la identificación iconográfica como parte esencial de la tasación.


     En testamento de ese mismo año 1601 se menciona «una patena blanca, a un lado Jesús, a otro, María», anagramas popularmente conocidos como las cifras. No se especifica si la hechura es de labor esmaltada, o sólo incisa a buril77.


     De nuevo en 1601 se menciona en almoneda «un sartal de plata con diez hilos y avellanas labradas, cuatro carrillos y patena [tasado en] 13 reales»78.


      En inventario de Isabel Alonso, año 1610, se citan entre otros bienes «un sartal de corales con diez y seis pieças de plata y patena [más] un sartal de plata labrada [que se compone de] patena y veynte y tres pieças con la patena». Por el número de piezas, en un caso 16 y en otro 23, estos sartales darían para una vuelta al cuello o poco más79.

     En inventario del año 1654 consta «un lío de corales y plata aumada con su patena, que todo pesó, con su argolla y un crucifijo, 21 onças»80. En este caso se trata de un fardo con diversas joyas sueltas, cada una de por sí, sin formar hilo, sarta o vuelta alguna.


     En inventario del año 1671 figuran «unas gabanzas que tienen tres hilos con su agnus y patena; más otro hilo con su patenita pequeña, más una argolla con un agnus»81.


     En el año 1684 se describe en inventario «una patena con un Niño Jesús, veyntitrés pieças de plata y corales y dos piedras, todo en un hilo de sartas [apreciado en] 20 reales»82. No imaginamos hoy las patenas cercando el cuello, sino dispuestas entre pecho y cintura, o de cintura para abajo, acostumbrados como estamos a las piezas-testigo en los escasos trajes de Vistas antiguos que se conservan.
En la dote que Domingo Gil entregó en 1697 a su hijo, Xuan Gil, que casó con María Martín, figura entre otras alhajas y bienes «una vuelta de sartas con su patena aumada, de siete onças [tasada toda la vuelta, incluida la patena en] 105 reales»83.


     Aparecen, pues, documentadas en Sotoserrano en el siglo XVII, 11 patenas.




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     Siglo XVII. 1638-1688

El albercano Balthasar Fernández, en testamento realizado en Sequeros, año de 1638, manifiesta:.


     

que por quanto en una de las cláusulas atrás contenidas, llebo mandado a Catalina, mi mujer, toda la plata y gabanças que la susodicha tiene para ponerse al cuello, que todo esto pesa 30 honças. Agora digo que un Christo de plata, dorado, y un sartal de plata y gabanças que tiene tres vueltas, con su patena de plata, y otro sartal de una vuelta de gabanças con su plata dorada, que todo ello lo tiene la dicha mi mujer, y entra en el peso de las dichas 30 honças29.


     En la dote de Francisco de Santiago a Marcos González, su hijo, en el año 1685, le dona, entre otras alhajas «una buelta de plata blanca y gabanzas con su patena [que pesa] 19 onzas»30. En ese mismo año 1685, en inventario de Lucas González del Tablado, se cita


     «una patena con dos carros y cuatro avellanas de plata blanca». No se pormenoriza si estas piezas van sueltas o si forman una sarta que llena con justeza el cuello.31 En otra dote, también en 1685, se cita, entre otros bienes, «una vuelta de gabanzas y plata ahumada, que con su patena pesa 22 onzas, [tasada en] 330 reales»32.


     En el año 1685, dote de Thomás Pies, figura «una vuelta de gabanzas con su patena, que pesó 19 onzas [tasada] en 28 reales»33.


     En el inventario de Silvestre de Lucas, ante el escribano de Sequeros, «una patena con dos carros y cuatro avellanas de plata blanca», año 168534.


     En el inventario de Matheo Gascón, año 1685, consta «una vuelta de gabanzas de plata con su patena»35.


     En la dote a Manuel Lozano ante el escribano de Sequeros, año 1688, constan «treinta y siete onzas de gabanzas: veinticuatro piezas de plata y su patena y un rosario de corales, que todo azen 41 onzas, y más mi joyel pequeño, en dichas vueltas, 697 reales»36.


     En estos años aparece ya mencionado en varios documentos el peso (siempre como conjunto de piezas, nunca sólo la patena) y su tasación, en estos ejemplos, en reales


     Se citan en este siglo en La Alberca 8 patenas.

Lámina IV. a)
Torrentera de plata en un río de bollagras, alcorcíes y corales (La Alberca. Colección De los Hoyos Puerto).

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     Siglo XVII. 1640-1698


     En el año 1640 consta por primera vez en escritura de esta villa «una patena aumada con un Jesús», la denominada cifra o monograma con el JHS (Jhesus Hominum Salvator). Es también la primera patena que se cita como sobredorada38.


     En el inventario de bienes de Mateo García se cita, entre otras joyas, «un sartal de platas menudas con veyntidos piezas y seis arconziles y doce abellanas labradas y cuatro lisas y una patena pequeña, que tiene un san Pedro y otra imagen [que no se sabe identificar]; pesó 6 onças [y se tasó en] 66 reales». En la misma división de bienes se describe «otro sartal pequeño de plata con diez y siete corales y cuatro abellanas ahumadas, labradas, cuatro arcoziles y cinco carros con su patena pequeña, llana, [tasado esto en] 1.500 maravedís»39.


     En inventario de 1649 se menciona «una patena grande con tres agnus, uno de plata, dos de ellos cordonados y uno con vidriera». A continuación, «unas gabanzas enteras [sic por sin dañar o sano el coral] con sus gilos [enhebradas], una patena grande con un cordón colorado y una pieza abultada, buena, todas labradas, con cuarenta y seis gabanzas buenas, gruesas»40. No estamos acostumbrados en el traje de Vistas, tal y como se lleva actualmente, a ver colocada la patena como joya exenta pendiendo de un cordón, sin formar parte de una vuelta con otras piezas (cruces, medallas y relicarios).


     En el año 1652, en el inventario de Antonio Sánchez de Andrés Sánchez, constan «tres gilos de gabanças con su plata, que en ellos hay: diez y nueve pieças de plata con la patena, que son corales y plata»41. Se demuestra, una vez más, la importancia de la patena eclipsando aquí a las dieciocho piezas restantes que componían los hilos de gabanzas, probablemente encomiendas, relicarios medallas y algún dije. Sólo hay ojos para la patena.


     En una dote del año 1654 entraron, entre otras joyas y alhajas, «seis piezas de avellanas lisas, medianas y dos carros labrados, una patena pequeñita de plata, y los carros, también [de plata]»42.


     En inventario de María Sánchez, año 1660, constan «tres hilos ensartados de piezas de plata y gabanzas con su patena de plata, labrada toda la plata; que pesan, todos tres hilos con un cordón, 7 quarterones»43.


     En inventario de Juan Rodríguez, año 1666, figuran «tres bueltas de gabanças con su patena de plata»44.


     En testamento de Juan Aumado, año 1668, se dejan en manda «tres bueltas de gabanças con su plata y una patena de plata»45.


     En inventario de Antonio Sánchez, año 1669, se describe «Una vuelta de gavanzas y carros de plata de cinco carros y siete abellanas y su patena, todo de plata, con su cordón de seda colorado, peludo y corales»46. El inclusivo o posesivo, «su patena», parece dar a entender que, en cada «vuelta», debe estar presente esta joya como elemento principal.


     En inventario de Pedro Felipe de Andrés, año 1669, se describen «tres bueltas de gabanças con ocho carros, doze abellanas y su patena, todo de plata labrada ahumado y con cinquenta y un gabanças buenas»47. Vuelve a utilizarse aquí el posesivo inclusivo para la patena (las cursivas son mías).


     En pocos documentos consigna el tasador, de manera tan pormenorizada, la cinta o cordón con que se ata por detrás al cuello el hilo, la sarta o la vuelta, pues a la descripción del color y fábrica, probablemente de terciopelo, se añade la expresiva y táctil denominación de peludo, que parece sofocar un tanto nuestro propio cuello.


     En testamento de María Domínguez, año 1671, figura «una vuelta de gavanzas y una patenita redonda de plata»48. Que se defina aquí la patena como «redonda» parece querer señalar la forma opuesta y esquinada de la tablilla, su hermana menor, joya probablemente más consolidada entonces en Cepeda.


     En 1683, antes de el inventario de bienes de Antonio Blanco recoge, entre otras alhajas «una patena de plata con su cordón; pesó una libra y medio quarterón»49. Aparece por primera vez especificado el peso de una patena, y por segunda, su uso, colgando sola de un cordón.


     En inventario de Lucas González del Tablado consta «una patena con dos carros y cuatro abellanas de plata blanca»50.


     En dote del año 1685 figura «una vuelta de gabanzas y plata ahumada que, con su patena, pesa 22 onzas y [se tasó] en 330 reales»51.


     En inventario de 1688 se describen «veynte y cuatro piezas de plata y su patena y un rosario de corales, que todo azen 41 onzas y más un joiel pequeño en dichas vueltas, en 697 reales»52.


     «Una patenita, toda de plata, con remates y su cinta de seda colorada» figura en el inventario de Antonio Hernández, año 168753.


     En dote del año 1692 se cita «un hilo de gavanças con una patena mediada, ahumada, dos abollones aumados, cuatro carros medianos, dos abollonitos labrados y cuatro lisos, todo de plata y dos piedras de christal y veyntidos corales; [pesó] 8 onças»54. Se presenta aquí una patena de tamaño mediano, y un hilo en que alterna la plata seca con la bañada, lo liso y lo labrado y, además del coral, ¡el cristal!, material que hoy nos parece impensable en un conjunto serrano de joyas antiguas.


     El inventario de Pedro Sánchez en 1696 describe «una vuelta de gabanças con veinte y dos corales y cuatro abellanas labradas, gruesas y patena esmaltada de verde, en la una parte y en la otra, todo de plata con su cordón de seda»55. De nuevo se menciona el atadero como detalle inusual en los inventarios.


     En la dote que Alonso Phelipe otorga a sus suegros en 1697 se describe «otro hilito pequeño con tres avellanas y un carrito de plata y lo demás de gavanças y una patenita de plata, en onça y media quarta»56.


     En el inventario de Marcos Sánchez Maldonado, año 1698, se describe «una vuelta de catorce corales, cuatro pieças de plata, dos carros, cuatro piedras y patena de plata, lisas»57.


     También en documento de 1698 se menciona, entre otros bienes, «una patena de plata y ocho abellanas de plata, cuatro lisas, cuatro labradas y diecyseis corales»58. Se pormenoriza la labor de las avellanas y hasta el número de corales que forman el hilo.


     De nuevo en 1698, en inventario de Juan Herrero el Viejo, figura «un hilo de gabanças con una patena de plata, ocho abellanas de plata, cuatro lisas y cuatro labradas y dieciseis corales»59.


     Constan documentadas en este siglo en Cepeda 13 patenas.





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     Siglo XVII. 1645-1650


     En el Inventario de la Cofradía del Rosario de la villa de Miranda, año 1645, figura una donación de «un sartal de plata con veynticinco pieças de avellanas, que son diez y ocho, y seis alconziles y su patena, que hacen las dichas piezas; todo ahumado de oro»60.


     En el año 1650 la feligresa mirandeña, Francisca Díez, dona y sacrifica dos joyas personales a devoción de esa misma imagen: «Mando que la corona blanca de la virgen del rrosario se dore, y para ello mando una patena de plata, y la plata de un sartal, todo para dorarla»61. Se demuestra en estos años el creciente desinterés de las joyas de plata a favor de las de oro o su apariencia dorándolas y, una vez más, el permanente problema del sacrificio de piezas litúrgicas antiguas, pasadas de moda, por otras nuevas; decisiones bien recibidas por el prelado o por el visitador de la diócesis con ocasión de la llamada «Santa Visita», anual o bianual62.


     Otro ejemplo de donación piadosa consta en el testamento de la viuda de Juan Gómez, con fecha 2 de abril de 1645: «A la virgen de la conçepción le mando dos vueltas de gabanças con su patena, que tiene diezysiete pieças [alrededor], que si alguno de sus erederos quisiese las de las gabanças, baloreadas, las tomase, y del valor se hiciese un vestido a la dicha virgen»63. Se declara aquí la importancia de la patena como pieza principal de la familia de los collares sobre todas las demás, que sólo se suelen cuantificar. En el caso de que los herederos no quedaran conformes con la donación de dicha patena y vueltas, la testadora les ofrece la posibilidad de un trueque sacro, la patena por un vestido.


     En testamento de la viuda de Juan Gómez, con fecha 2 de febrero de 1650, figuran «dos vueltas de gabanças con su patena, que tiene 17 pieças sin la patena»64.





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     Siglo XVII. 1639


     En el año 1639 y entre las joyas de Nuestra Señora, de esa iglesia parroquial, se mencionan en el inventario de bienes de ese año dos patenas, una en un sartal y otra en una vuelta; cada patena en el centro, como dos soles, entre gabanzas y avellanas de plata: «Un guardapolvo del altar de Nuestra Señora y otro velo de toca abarillado del dicho altar de Nuestra Señora; iten un sartal de abellanas con veynte pieças de plata con la patena. Iten tres bueltas de gabanças con diez y siete pieças de plata con la patena»65.


     En este documento, y en los presentados más arriba, se demuestra, una vez más, el uso de prendas y joyas en las imágenes vestideras, de manera sobresaliente la patena.





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     Siglo XVII. 1672-1697


     El primer ejemplo de patenas documentado en San Martín del Castañar corresponde a un inventario del año 1672, donde se describen «dos vueltas de gabanzas, en la una, una patena; tienen ambas catorze abellanas de plata, las zinco lisas y las otras labradas y zinco carrillos de plata. La una vuelta, aumada y treinta y seis gabanças pa todo» [sic por repartidas entre las dos vueltas]66.


     El segundo ejemplo es un testamento del año 1673 que dice: «una Patena de plata pequeña en un ylo de ámbares»67.


     El empleo de las cuentas de ámbar, como las de cristal que hemos visto unas páginas más atrás, en lugar de las tradicionales de coral, a las que estamos acostumbrados en la indumentaria serrana, puede provocar (como me sucedió a mí en tiempos) un como desasosiego purista y estupor ante un material que nos resulta impropio de esta comarca que, a veces, sólo entendemos bajo el prisma de lo necesariamente arcaizante. Es este buen ejemplo de los cambios de la moda.


     El tercero y último documento corresponde al inventario de Antonia Rodríguez, mujer de Bartolomé Hidalgo del Corral, año 1697, donde, entre otros bienes y alhajas, se citan «dos sartales y una campana, dos avellanas, dos santos Christos, una patena, dos agnus [relicarios] y sus gavanças en ellos»68. En este documento se describen con tanta claridad los elementos de esas dos vueltas o sartales, que se podrían dibujar: las dos avellanas, lisas y menudas, en los extremos, junto a la cinta de atar al cuello. En el centro de la composición la patena y a los lados, alternando entre las gabanzas grandes de plata, irían los dos crucifijos más los dos agnusdei y, como descompensando, la esquilita colgando de una cadenilla de plata. El uso de las esquilitas ha pervivido en el traje de Davias de Mogarraz.





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     Siglo XVII. 1651


      Un único ejemplar de patena se registra en la documentación de este lugar ante el escribano de San Esteban en 1651, que corresponde al inventario de la dote matrimonial de Juan Sánchez Colmenero y su mujer, Ana Marcos: «tres vueltas de gavanzas con una patena dorada [que constan de] cincuenta y ocho gavanzas, joyas y arcoziles diez y ocho, todos dorados y grandes, de vuen tamaño»69.





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     Siglo XVII. 1623-1662


     Cinco patenas se documentan en Sequeros en este siglo. La primera de ellas, en 1623, es una manda por testamento de Ynés Martín: «A Nuestra Señora del Robledo, dos bueltas de gabanzas y seis abellanas de plata con un joyel y una patena, pequeños». De nuevo patenas para vírgenes vestideras70.


     Sin poner en duda la devoción de los donantes, la relativa frecuencia con que se ofrecen en esta época patenas como material de fundición para nuevas piezas litúrgicas (cálices, coronas, rostrillos, etc.) o como joyas de mujer que heredan imágenes sagradas, hace suponer que la patena, hasta entonces la pieza más principal de la indumentaria, comenzaba ya a estar en desuso.


     La segunda y tercera patena se describen entre los bienes de Pedro Rodríguez en el año 1629, joya que debió de pertenecer a algún antepasado con cargo de familiar del Santo Oficio: «Una argolla y una abellana, un Christo de plata, tres bueltas de avellanas con sesenta y nuebe gabanzas y diez y ocho piezas de plata y una patena, sobredoradas la plata. Más una patena blanca y dos cruces de familiar»71.


     En el año 1636 se menciona la cuarta patena en inventario de María Flores como parte de «un hilo peonero con tres abellanas de plata y una patena, que la patena pesa 18 adarmes»72.


     Finalmente, la quinta patena de Sequeros en este siglo figura en el testamento de Catalina Cordero, año 1662: «Una vuelta de gabanjas [sic] que tengo con una patena de plata»73.





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     Siglo XVII. 1652


     En el año 1652, durante la mayordomía anual de Francisco Sánchez de las Eras y Domingo de Rata, consta en el inventario de la Cofradía del Santo Cristo «una vuelta de gabanças con una patenita de plata; tiene trece gabanças y tres pieças de plata»84.


TABLERO




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     Siglo XVII. 1671


     En el siglo XVII, dos de los tres documentos más antiguos incluyen el tablero como regalo para desposados.


     En Cepeda se percibe claramente la opción por la fórmula de la patena, con 38 ejemplos, sobre 8 de tableros, aunque, como observamos en el testamento de María Domínguez del año 1671, ambas piezas pueden compartir espacio: «un tablero pequeñito de plata en un hilo de gabanzas con una patenita redonda de plata»134.





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     Siglo XVII. 1633-1671


     En San Martín del Castañar, en 1633, se manda en ofrecijo de bodas «un tablero de plata dorado, en vistas y donas, siendo desposados»135.


     En inventario de San Martín del Castañar, año 1671, se describe «un tablero de plata aumada con seis gabanças»136.





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     Siglo XVII. 1623-1633


     Desde 1623 a 1779 la villa de Sequeros conserva el número más alto de tableros documentados, 11 ejemplares y 156 años de existencia de esta pieza de carácter religioso.


     En el año 1623, se citan entre los bienes de Juan Rodríguez «tres gilos de abellanas y gabanças y plata que tienen un anus y un tablero de plata con dieçiseis piezas de plata ahumada y çinquenta y quatro gavanzas»137. Diez años más tarde y de nuevo en documentación de Juan Rodríguez, ahora en dote de bodas, se le entregan «tres hilos de abellanas de plata con çinquenta y çinco gabanças, un anusdei, un tablero de plata y otro anusdei»138.


CORAZóN DE LA NOVIA




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     Siglo XVII. 1685-1687


     La Alberca es una de las poblaciones donde hemos podido identificar el denominado Corazón de la Novia por los pendientes y almenas que se describen colgando de esta pieza como extremos, elementos que no aparecen especificados hasta el siglo XVIII.


     De los cuatro ejemplares de corazón que se documentan ante el escribano de La Alberca en el siglo XVII (años 1685 y 1687) sólo uno se especifica como «corazón de echura de oro, de plata ahumada, [que pesó] 4 onzas», los otros tres van descritos sin más como «corazón de plata ahumada»190. Existe un quinto documento albercano ante el escribano de Sequeros en 1687, en el que, además de varias ropas de hombre y de mujer, se describe un «joiel de plata ahumado, echura de oro, acorazonado, que pesa 5 onzas corridas [y fue tasado en] 75 reales»191. A juzgar por el peso y la cantidad en que se apreció esta pieza, podría tratarse de un Corazón de novia. Curiosamente, dos de estos corazones se describen como «de hechura de oro» y, a renglón seguido, contradictoriamente, como «de plata ahumada». Quizá sean pentimenti no resueltos del tasador que, al cantar esas piezas, olvidó el consabido «digo» para enmendar el texto, descuido que tampoco advirtió el escribano, pasándosele así por alto al escribano, que no los señaló en los documentos.





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     Siglo XVII. 1671-1694


     Con 41 ejemplos inventariados entre 1671 y 1822, Cepeda es la población donde más presencia documental tuvieron los corazones-joya y particularmente el corazón de la novia, conocido en esta villa como corazón de almendrillas222. Que sepamos, no queda constancia de ninguna pieza-testigo conservada.


     En inventario de Macías Sánchez, año 1671, se enumera «un joyel coraçón de plata aumado»223. Como capricho y curiosidad se describe en el inventario de Ana Domínguez en 1682 «una piedra engastada en plata como corazón y un güeso engastonado en plata pequeñito»224. En el de Marcos Hernández, Maestro, año 1691, figura «un corazón grande de plata, ahumado, con tres remates y una bolsa que lo cubre»225.


     «Un corazón mui labrado, todo de plata, ahumado con cinco encomiendas pendientes» se detalla en el inventario de Juan Sánchez de Tomé, año 1694226.





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     Siglo XVII. 1671


     En el inventario de la viuda de Francisco Mercado y mujer [en segundas nupcias] de Domingo Hidalgo, año 1671, figura «un corazón de plata, obra de feligrana, aumado»280.


     En estos años, una de las variantes cordiadas, perteneciente a la familia de la joya-utensilio, es el escarbadientes, familia que no contabilizamos en esta parte del estudio, de la que traemos aquí un ejemplo: «un mondadientes de plata en forma de corazón», año 1669281.





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     Siglo XVII. 1685-1687


     En inventario de Sequeros del noble Domingo González Palomino, año 1687, se menciona: «un corazón de plata sobredorado con una echura de Santo Christo y de Nuestra Señora [que pesó] tres onzas y media con cinco remates»296.


     Otro «corazón, de echura de oro, de plata ahumada en 44 reales» figura en un inventario de 1685297.


CORAZONES, HECHURAS Y FIRMAS DE LA MADRE TERESA




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     Siglo XVII. 1689


     En el año 1689, se registra en inventario de Lucas Varrio, «una Ymagen de Santa Theresa bordada de plata; quebrada la vidriera»352.





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     Siglo XVII. 1671-1676


     En inventario de la viuda de Francisco del Mercado, pintor, figura en el año 1671, «una cajita de plata de rrayos [labor que suele figurar en las medallas como «de espineras»] y dentro una echura de la Santa Madre Teresa»373.


     En el año 1676, figura en inventario «una joia con una Santa Madre de plata»374.





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     Siglo XVII. 1686-1687


     En el inventario de Francisco Fernández de Ynés, consta en 1686 «un cruzifijo de plata con una Santa Madre de plata»381.


     En 1687, en el de María Gutiérrez, vuelve a figurar «una Santa Madre Teresa engastonada en plata»382.


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