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JOYAS UTENSILIO

Tijeras, navaja, alfiletero, dedal y otras frioleras

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TIJERAS, NAVAJA, ALFILETERO, DEDAL Y OTRAS FRIOLERAS


Las tijeras colgando del ceñidor, prendidas de cadenilla o de una argolla, con las llaves y, a veces, junto a la navaja, el dedal y el alfiletero, fueron para la mujer –amiga de labores, sentada a la puerta de la casa o dentro de ella, cosiendo y bordando– símbolo del buen gobierno doméstico y de la hacendosidad, como lo fue tradicionalmente la rueca en manos de la hilandera. Aunque las tijeras no son pieza que se prodigue, en su cotidianidad se muestran en deliciosas y domésticas escenas inmortalizadas por Zurbarán en sus Vírgenes Niñas en oración y cosiendo (Madonna Cléveland, entre otras versiones), y por Velázquez en La costurera (Washington, D.C. National Gallery of Art). Las monjas de San Vicente de Paúl (las de la toca de alas o de corneta, en sus variantes francesa y española) incluían en su hábito las tijeras colgando del ceñidor, junto al rosario. Es también atributo distintivo del traje femenino de Peñaparda. El tan delicioso como maltratado lienzo en ochavo (siglos XVI-XVII) con la escena de la Visitación, en el camarín alto del Robledo en Sequeros, ofrece en la figura de santa Ana unas tijeras colgando de la cadena del ceñidor, junto a la argolla con el racimo de llaves754.


Las tijeras eran, pues, una joya-utensilio de uso cotidiano; quizá por ello escasean en la documentación salmantina que presentamos. Constan 10 veces en Candelario, 2 en Cepeda y Miranda, respectivamente y 1 en Villanueva del Conde. Se describen con o sin cadenilla y su precio oscila entre los 5 y los 8 reales.


En la Alberca las tijeras con cadena de plata, el cesto de la costura y la almohadilla, el hilo de oro y el pañuelo de manila eran los regalos que el novio disponía sobre el ramo de laurel o aurel, en el balcón de la novia (y velaba) la noche de san Juan, el año en que se concertaba la boda para el otoño; ella debía recogerlos antes de la salida del sol755.


Candelario es la población con más testimonios pormenorizados como regalo a la novia en los días señalados y en la Vista o Visita de parientes antes de la boda, piezas que se denominan hoy complementos o accesorios y entonces frioleras y menudencias.


La navaja fue pieza de defensa, y de aparato con ocasión de viajes y convites; la mujer la ocultaba en la faltriquera (morral en Mogarraz y farraco en la Alberca), el hombre, en el cinto. En Villanueva del Conde, año 1782, la navaja aparece como «cuchilla de faltriquera». En inventario candelario de Juan Bejarano, año 1789, se describe, quizá en ayuda o sustitución ocasional de la navaja: «una Abuxa de plata para el pelo, que llaman matamaridos»756. La descarada denominación popular de esta joya, más larga y firme que el resto de alfileres que fijan, rodean y guarnecen el moño o el rodete de la mujer salmantina, como un pequeño sol radiante con sus remates en forma de pájara, de trébol, de avellana calada, o de pequeño país con esmaltes, debió de suponer para los maridos algo más que una jocosa advertencia. Esta aguja del pelo, dispuesta en el moño (traspasándolo en horizontal) como rúbrica final de plata, o de oro, flotaría en el subconsciente masculino como materializada figura reivindicativa (y recordatorio) en la nuca de la esposa, que advertía de su posible uso defensivo por venganza de infidelidad y maltrato doméstico.


LÁMINA XXIII
Albercanas a la puerta de casa. La anciana con garvín teje unas medias de luto y la mujer con criatura en brazos presenta un abanico cerrado. Del ceñidor de la tercera cuelgan las tijeras y un punzón para bordar. 1923 o 1924. Aniceto García Villar.

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La navaja está documentada 18 veces en Candelario, 2 en Miranda del Castañar y Villanueva del Conde y sólo una vez en Sequeros. A veces, son descritas como «navajas finas», con mango de nácar, virolas de plata y cadenas de lo mismo. Las más baratas se tasaron en 2 reales y de ahí para arriba, en 7, 10, 20, 30, hasta alcanzar los 60 reales.


El alfiletero, de hueso, de china, de plata o de madera, está documentado 10 veces en Candelario, 2 en la Alberca y sólo una Cepeda y Sequeros, piezas cuyo precio oscilan entre 1 y 2 reales si no se especifica material, y, si es de plata, entre 30 y 40 reales.


El dedal, 3 veces citado en Candelario y una en Miranda, alcanza, si es de plata, los 12 reales.


El precio de todo el atijo de frioleras con sus cadenillas de plata: tijeras, navaja, alfiletero, dedal y demás útiles para coser, se tasan entre los 50 y los 100 reales.


El tradicional cestito de la costura que documentamos en Cepeda en 1657 (tantas veces bodegón en escenas, ya mencionadas, de la Vida de la Virgen y en la Infancia de Cristo en el Niño de la espina y presentimiento de la Pasión), pasa, en ejemplos serranos y candelarios de los siglos XVIII y XIX, a la fórmula más innovadora como «estuche de costura», «costurero» o «almohadilla de caja», con ejemplares de nogal pulimentado, llegando a cifras muy subidas en Candelario, entre los 100 y los 320 reales.


LÁMINA XXIV
Serrana de Cepeda con peinado de rodete y diez agujas del pelo alrededor en figura de pájaras y matamaridos en el centro.

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Tijeras, navaja, alfiletero, dedal y otras frioleras en la documentación serrana y candelaria

VILLANUEVA DEL CONDE

     Siglo XVIII. 1788


     En Villanueva del Conde, en inventario de Sebastián Prieto Hernández, año 1788, se enumera «una cuchilla de faltriquera, en dos reales»799. En el de Josef Rodríguez, año 1791, consta también «una navaxa de faltriquera en 2 reales»800.


     En el de Santos Prieto, año 1776, figura un tipo de tijeras, específicas para determinadas labores profesionales, en este caso «unas tixeras del uso del ofizio de zapatero; it. Unas tenazas y un martillo de dicho ofizio; it. Un martillo y tres yerros de picar, del ofizio; it. un cuchillo de peto, de podar»801.


     Como señalábamos, algunas joyas-utensilio de uso cotidiano como las tijeras y otras, consideradas a veces en los documentos como «frioleras», «menudencias» y «niñerías», no han llegado a quedar adscritas como piezas-testigo, que sepamos, en ninguna variante de la indumentaria local y comarcal estudiada aquí. Posiblemente, las escasas piezas antiguas que se hayan conservado yacen olvidadas como elementos descontextualizados en espacios secundarios de la casa o de arquitecturas auxiliares en cajas, bolsas, hatijos, arquillas y palmeros.


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