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JOYAS UTENSILIO

Esquilitas o campanillas

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ESQUILITAS o CAMPANILLAS


La presencia de las esquilitas o campanillas en la indumentaria infantil tiene como finalidad librar del mal con su sonido, en este caso los dolores que afectan el sentido del oído (similia similibus curantur); también, ahuyentar los nublaos y los rayos mal parados; alhajas cotidianas, generalmente de plata y azabache, primero prendidas del ceñidor en el traje de acristianar y luego, durante un periodo no corto, sobre el babador, junto a un número generoso de amuletos. Al sentido protector se añade en la esquilita el de joya-utensilio como instrumento localizador. Los mismos dijes serranos que documentamos aquí y los que han pervivido como joyas-testigo en la Sierra de Francia y en Candelario aparecen también en el retrato del príncipe Felipe Próspero, a la edad de dos años, que Velázquez realizó en 1659. Se representa este niño vestido con manteos y sayuelo de color asalmonado con guarnición de ribetes de encaje de plata. Sobre el babador de holanda, de color arenado, un ceñidor del que penden tres cadenillas de plata sobredorada con sus dijes. De la cadenilla de la izquierda, según se mira, cuelga una mano de tejón o pezuña de la gran bestia, y de la central, una esquilita de plata, mientras que, tímidamente, retiene el príncipe con la manita izquierda una poma de oler, también sobredorada. Hay, además, una cadenilla cimera que le cruza el pecho con un relicario central y otra pezuña de tejón, sujeta a su hombro izquierdo (Viena, Kunstistorisches Museum)829. Una esquilita, de metal amarillo ¿o de plata sobredorada?, semejante a la que nosotros dibujamos en la figura 4, aparece en el retrato de Antonia de Ipeñarrieta y Galdós y su hijo Luis, obra también de Velázquez (Madrid. Museo del Prado, c.1630)830.


Lámina XXIVA
Poma de oler que presenta en su dijero el príncipe Felipe Próspero. (Velázquez. 1659. En Viena. Kunsthistoriches Museum).

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Además del interés que puedan suscitar los dijes como pieza de infantes, lo verdaderamente llamativo y excepcional es la utilización, por parte de la mujer, de campanillas y cascabeleras831 en el traje de Davias de Mogarraz colgando de las esquileras. Prolongados brazos protectores de plata, que bajan casi hasta rozar las cortapisas de los manteos y sayas.


Quien en Mogarraz y en La Alberca no se haya sentido atrapado por el tintineo de la plata y el sonar de las esquilas, que anuncian la presencia, cuasi procesional, de la mujer que las viste –suma sacerdotisa y retablo viviente de dijes, medallas y relicarios– no conoce maravilla832.


Figura 22
a) Esquilita de plata de seis molduras y manilla abalaustrada. En esquilera de Davias. Siglo XVII (Mogarraz. Colección Calvo Cascón). b) Esquilita de plata de cinco molduras y manilla de dos órdenes de balaustres. En esquilera de Davias. Siglo XVII (Mogarraz. Colección Calvo Criado). c) Esquilita de plata de siete anillas y manilla abalaustrada; asa y reasa. En dijero. Siglo XVII (La Alberca. Colección De los Hoyos Puerto). d) Esquilita de plata, de lámina muy delgada, manilla abalaustrada, corta, doble moldura y voluta como remate. Siglo XVII. Procede de la Sierra de Francia (Madrid. Museo del Pueblo Español, hoy del Traje). e) Esquilita de plata de tres molduras en el borde; asa plana. Siglos XVII-XVIII. Procede de la Sierra de Francia (Madrid. Museo del Pueblo Español, hoy del Traje). f) Esquilita de plata de pared muy fina, con asa y una sola moldura en la boca. Siglos XVII-XVIII. Procede de la Sierra de Francia (Madrid. Museo del Pueblo Español, hoy del Traje).

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Esquilitas o campanillas en la documentación serrana y candelaria

LA ALBERCA

     Siglo XVIII. 1732-1793


     El inventario de bienes de Antonio González Sancho registra en 1732 «una esquila de plata, pequeña, con su cadena [junto con] una Santa Madre Teresa, un joyel antiguo y dos Franzias»833.


     En inventario de Fernando ¿Luis? de Belasco, año 1744, se describe «una esquilita de plata con su cadena»834.


     Entre los bienes que aportó al matrimonio Juan de los Hoyos, en 1758, constan «dos esquilitas de plata en diferentes manojos, y medallas»835.


     En inventario de María Martín, año 1782, se hacen constar «unos dijes de Niño con una esquila de plata con su cadena de lo mismo»836. Nos preguntamos por qué el tasador, al describir este lote, no incluyó la esquila entre los demás dijes. ¿No consideró aquí el tasador la esquila como amuleto contra el mal de oído, y pieza tan socorrida para espantar el nublao y sí sólo, joya-utensilio, localizadora del niño?.


     Entre los bienes que aportó al matrimonio en segundas nupcias Francisco González de Valbuena, año 1789, figuran «una esquila de plata [junto a] ocho medallas de plata con sus lazos, un chupador de vidrio con una cadenilla de plata, una Jiga de azabache con su cadena de plata y unas jarracadas de oro»837. Dos años después, en 1791, en la entrega de bienes a dicho Francisco González de Valbuena por parte de Manuel González, como curador de su mujer, consta la tasación, entre otras alhajas, «de una esquila de plata y chupador con su cadena, en 60 reales»838.


     Finalmente, en 1793, figuran en la entrega de bienes a Francisco Valbuena y María González, su segunda mujer, «una esquila de plata y un chupador con sus cadenas en 60 reales, más una marcelina [sic por mancerina] de plata [que pesó 11 onzas] en 230 reales»839.


     Siglo XIX. 1801-1808


     En documento de partición de bienes de los herederos de Pedro Bejarano, año 1801, fue tasado «un zercillo [¿desparejado?] de los de campanilla en 30 reales»840. Fórmula circular y variante de la familia de los pendientes, que creemos no haber visto señalada en ningún otro documento candelario ni serrano. Pieza y variante que, por su interés, registramos aquí.


     En inventario de 1802, se tasó «una esquila de plata con su cadena en 50 reales de vellón»841.


     En inventario del año 1808, junto a una joya y varias medallas, figura también «una esquila de plata con su cadena en 55 reales de vellón»842.


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