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JOYAS UTENSILIO

La sombrilla, el paraguas, el bastón y el junco

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LA SOMBRILLA, EL PARAGUAS, EL BASTÓN Y EL JUNCO


Estas cuatro piezas-utensilio, protectoras y de defensa, conocidas actualmente como accesorios y complementos, tuvieron muy escasa presencia documental en la Sierra de Francia y Candelario, sólo en manos de las familias más privilegiadas que vestían a uso de ciudadanos, prendas, por otra parte, muy efímeras que nunca llegaron a incorporarse del todo al traje de estas comarcas salmantinas.


LÁMINA XIX
Candelaria con sombrilla y abanico como atributos. Can-delario. Verano de 1922. Acuarela de Manuel Gómez (Escuela Madrileña de Cerámica).

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La sombrilla o quitasol, compañera del abanico y uno de los atributos más contrapuestos a la rueca, fue en el siglo XIX y hasta la segunda mitad del XX, emblema de la mujer-señora, paseante y protegiendo su blancura con este artilugio, casi como un tercer brazo. En Miranda del Castañar consta sólo un ejemplar documentado en 1842, perteneciente a la dote de don Mariano de la Parra Aceves y María Joaquina Yvancos, donde se describe «una sombrilla de gró labrado, en 80 reales»721.


Don Antonio Moreta, vecino de San Martín del Castañar, en la dote otorgada ante el escribano de Casas del Conde en 1859 a su hija doña Petra Moreta, que casó con don José María Hernández, vecino de la villa de Miranda, se enumeran, entre otras alhajas, «tres mantillas, dos de tul y la otra de tafetán y una sombrilla de raso en 390 reales»722.


En Candelario, año 1865, se describe y tasa en el testamento de doña Antonia Rico López «una sombrilla de seda con fleco en 50 reales» y como variante para la lluvia «un paraguas en 30 reales»723.


En el año 1705, figura en testamento de Candelario «un Vastón de plata», que es, en este apartado, la pieza documentada más antigua724.


LÁMINA XX
Pareja de Candelario: él como choricero y ella de «señora» con sombrilla y abanico posando para los alumnos de la Escuela Madrileña de Cerámica. 1922. Foto Badillo.

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Solamente siete ejemplares del bastón figuran en la documentación serrana, todos ellos en el siglo XVIII, único en que se registra, lato sensu, como joya –utensilio y, en algunos casos, también de defensa. El primero de ellos, en la villa de Miranda, año 1750, corresponde a la manda testamentaria de don Antonio Rodríguez de Ledesma, en la que lega a su sobrino, don Francisco Pablo, «un espadín con puño y cabos de Plata […] y un vastón de caña fina con el Pomo de plata»725.


El segundo ejemplo, en 1753, documentado también en Miranda del Castañar, se describe en el inventario de don Joseph Osorio, mayordomo del Conde de Miranda en su palacio de Peñaranda de Duero: «un junco con el puño de ámbar amarillo»726.


La voz junco se entiende en los diccionarios como bastón de caña que sirve de vaina y esconde en el «alma» un espadín delgado y largo con la doble función de apoyo y de defensa. Con este nombre y características conocimos en los años 70 una pieza-testigo, perteneciente a la familia mirandeña de los Coca; posteriormente en el mercado del arte. En Sequeros, año 1749, consta «un bastón de junco»727.


En la Alberca, año 1755, se documenta en el inventario del clérigo don Juan Antonio Manuel de los Hoyos Huebra «un bastón con empuñadura de plata»728. A su devoción y expensas se erigió en la iglesia parroquial de la Alberca el altar y retablo en honor de Nuestra Señora del Rosario729.


Lámina XXA
El éxito de los cursos de verano de la Escuela de Cerámica -desde 1914 (Arenas de San Pedro) al 2008 (Hinojosa de Duero), con estancias en Candelario (1922) y especialmente en la Alberca (años 1923, 24, 35, 36 y 1942)- tuvo un evidente impacto socioeconómico, como lo demuestra la comercialización de esta “albercana/voltímetro” en traje de Vistas (Colección Particular).

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Finalmente, en Miranda del Castañar, en el inventario de Don Juan Ginés de Negrilla y Paniagua, presbítero, se describen, entre otras alhajas «tres bastones con el puño de plata», año 1774730.


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