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JOYAS SAGRADAS

Firmeza

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     LA FIRMEZA


     Solamente un documento de Candelario y, posiblemente, otro de Miranda del Castañar menciona, no por su nombre sino por su excluyente forma, la joya que conocemos como firmeza, y esto de manera bien escueta. En 1779 consta en inventario de Candelario «una feligrana de tres esquinas, pequeña, en 9 reales. [Iten], Joyelito pequeño de cuatro esquinas y, a cada una [sic por «en cada una»], un Botonzitto, en 2 reales»164.


     En Miranda, en el inventario de Ildefonsa González, figuran en el año 1791 «dos rosarios de cristal y un reliquario [sic] esquinado, en 10 reales»165; no se dice si de tres o de cuatro esquinas.


     ¿Por qué no fraguó en Salamanca la denominación con la que es conocida generalmente? ¿No tuvo aquí la suficiente entidad como para tener denominación propia y sí sólo la de pieza, relicario o filigrana, sin más?


     Esta joya, de la que afortunadamente perviven varias piezas-testigo en Mogarraz y en La Alberca, colgando de brazaleras y de las vueltas en el traje de Vistas o Davias, no aparece nombrada con propiedad en la documentación serrana, quizá por pasar desapercibida bajo otras denominaciones de carácter generalizante, como medalla de labor recortada, fel grana de tres esquinas o esquinada (aludiendo evidentemente a su hechura o fecho), relicario con cifras, o simplemente, cifras, utilizando aquí el todo por la parte advocacional que suele contener esta pieza cuando se presenta como medalla sin vidrieras.


     La firmeza, de armación o hechura triangular con su vértice dispuesto en bajo, como clavada en el aire, presenta dos fórmulas estructurales, una adscrita a la familia de las medallas y la otra a la de los relicarios. Posiblemente aparece primero en facción de celosía, de una o de dos caras y diversas fábricas de oro, plata, hierro y metal amarillo con labores predominantemente recortadas o trepanadas y guarnición de esmaltes, representando en su campo las llamadas cifras: el anagrama de Jesús, el de María y, en menos ejemplos, el de san José. También el motivo conocido como Sacramento (la hostia sobre el cáliz), la cruz y los signos de esclavitud a lo divino: «S CLAVO», utilizando la letra S y un clavo como emblema, lo que en literatura se entiende por poesía muda.


     Entre los ejemplares más ricos y de mayor calidad que conocemos, sobresalen la firmeza de oro y esmaltes del Museo Lázaro Galdiano (inv. nº 2952), que representa por una de sus caras la Oración del Huerto y por la otra una Tota Pulchra166, y la del Museo Etnográfico de Castilla y León (antigua Colección Pérez Vicente, posteriormente Colección Caja-España, inv. nº 7/10): pieza de cristal labrado que representa la Resurrección de Cristo, cuya fórmula iconográfica procede de un grabado de Hieronymus Wierix (1553-1619). En los cuatro ejemplos restantes de firmeza, de dicho museo con sede en Zamora, esta joya triangular aparece con armación de relicario, generalmente de plata seca y también con cerco de hierro, en algunos casos con una guarnición más ampulosa en su labor de filigrana.


Figura 6
Las 5 firmezas de Zamora. Serie 15/6: Relicario de firmeza de plata de dos vidrieras. La ventana principal, lisa y con incisiones en las esquinas simulando resplandores. Guarnición de piernitas, caramullos y tres piedras verdes en los extremos. Embutidos en el alma, recortes de papel con letra del siglo XVI. Serie 7/10: Relicario de firmeza de cristal tallado, ventana a bisel y cordoncillo alrededor. En el enmedio, la figura del Resucitado deriva de un grabado de Hierónimus Wierix. Segunda mitad del siglo XVI. Serie 15/10: Relicarcito en hechura de firmeza de bronce con esmaltes y una sola vidriera. La laminilla del espaldar es un JHS recortado y rematado en cruz sobre los tres clavos. Asa plana y las esquinas con motivos cordiados ¿Siglo XVII? Serie 6/11: Relicarcito de firmeza en bronce con esmaltes y una sola vidriera. La laminilla del espaldar es un JHS recortado con remate en cruz sobre los tres clavos. Cerco dentado y espineras. Asa plana ¿Siglo XVII? Serie 6/6: Relicario-firmeza de bronce. En la espalda, lámina de labor recortada con cruz latina, dos roleos tenantes y lirio sobre el que se posa. Alrededor, granadas y rosas treboladas alternando y otro lirio del que nace el asa. Siglos XVI-XVII (Proceden de la antigua Colección Pérez Vicente; posteriormente Colecciones Caja Zamora y Caja España, hoy en el Museo Etnográfico de Castilla y León).
Las 5 firmezas de Zamora

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     Constan de una o de dos vidrieras y, embutidas en ellas, estampas o pinturas advocacionales sobre vitelo, cobre, plata, oro, hueso, marfil e incluso sobre naipe de baraja. En este sentido, Tirso, en El mayor imposible, alaba la cualidad (amarfilada) de los naipes para pintar sobre ellos imágenes embutidas en relicarios sin necesidad de más preparación:


     

Cierto retrato de naipe,
que tengo que guarnecer,
porque quieren presentarle
a cierta dama.
Mostrad.


     La firmeza debió de eclosionar en las primeras décadas del siglo XVII, a juzgar por las trazas para el examen de maestría presentadas en el Llibre de Passantìes por los siguientes plateros: «Pera Pau Garba Me fesit a 16 de mars de 1617», «ANTONIVS PONS/ME FECIT EN H/ OBRA ANY 1619», y «HIACINTO/ ROIG. M, FE. / 1620» (op.cit., ff. 413, 421, 426).
Ejemplos que registra Priscilla Müller (1972:119-120, figs. 185-186, 188)167, cuya fórmula triangular atribuye esta autora a la figura de la Trinidad168.


     El DRAE no recoge la voz firmeza como pieza de joyería y describe para esta voz sólo atribuciones morales y de virtud. Autoridades la trae en segunda acepción como «una joya ú dixe en figura triangular, que se hace de diferentes materias, ya sea de oro ú plata y piedras preciosas, ó ya de coral, azabache, vidro, etc.». Covarrubias toma sólo la acepción moral de firmeza como «la estabilidad, la constancia, la perseverancia de una cosa».


Figura 7
Dos firmezas: a) Relicario de vidrieras en hechura de firmeza con grabados de santos, ventanas dentadas y cerco afiligranado con tres extremos de rayos acorazonados. Asa estriada y reasa. Plata seca y sobredorada. Siglo XVIII. Existen varios ejemplos en colecciones albercanas. b) Relicario de firmeza con dos vidrieras. Marco dentado y labores de filigrana. Asa estriada y reasa. Pertenece a brazalera. Plata seca. Siglo XVIII (La Alberca. Colección De los Hoyos Puerto).
Dos firmezas

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     En 1935 el hispanista francés, Jean Sarrailh, en su miscelánea sobre la voz firmeza (1935:57), encontraba en el Diccionario de Séjournant (1775) la siguiente acepción técnica de este término, ausente en el Covarrubias: «Joyau, bracelet de femme, soit dór ou d´argent, garni de diamants ou autres pierres précieuses». Comenta Sarrailh, a renglón seguido, que «la costumbre moderna de ofrecer un brazalete de esponsales explica claramente el deslizamiento del sentido moral de firmeza a este de joya como símbolo sagrado de compromiso». Sigue comentando el hispanista cómo «hacia 1620, el término firmeza parece que se aplicaba a una cosa distinta al brazalete», y trae un pasaje de Antonio Liñán y Verdugo en su Guía y avisos de forasteros que dice: «Tenía en las manos […] el libro en que leía y, puesto sobre él, un Agnus o firmeza, que ahora llaman, con un listón pajizo, que era de la casadilla a quien hablaba, y se le había dado a aderezar»169. «De este modo [concluye, en nuestra opinión, desacertadamente, Sarrailh] la firmeza designaba también esta joya [el agnusdei], primitivamente de cera, sobre la que Covarrubias nos da cumplida razón en la entrada Agnusdei» (la traducción es mía).


     Hemos de decir que nunca la firmeza tuvo, ni creo que contuviera, hechura de cera (los dos conceptos se oponen como la cera y el acero) y, desde luego, nunca fue bracelet de femme.


     Liñán y Verdugo, igual que sucede en algunos documentos que presentamos, utilizó los términos agnus y firmeza como genéricos y sinónimos de relicario, joya compuesta por una o dos vidrieras donde van embutidas reliquias, imágenes y textos sagrados. Deben, pues, tomarse aquí firmeza y agnus como contenedores y no como contenido.


     La hechura de cera atortada del agnus (con el Cordero místico pasante o, también, sentado sobre el libro de los siete sellos, en posición recelosa y portando en una de las patas delanteras la banderola o veleta, más la leyenda «ECCE AGNVS DEI, ECCE QVI TOLLIT PECCATA MVNDI» alrededor y el nombre del pontífice reinante, con las armas y el año de su pontificado al pie), es incompatible con la fórmula triangular de la firmeza.


     

Como joya generalmente de mujer, el agnus se adscribe formalmente a la familia de los relicarios, compartiendo en ocasiones una de las dos vidrieras con reliquias, estampas o pinturas que ocultan una de las dos caras de cera. Por la proliferación de esta figura del cordero, los relicarios, en general, pasaron a denominarse agnus, aunque esta iconografía hubiera sido sustituida por otras; esta denominación se impuso, tanto en los textos literarios como en la documentación de archivo (Cea 2005: 85-102).


     La escasez documental, casi absoluta, de la firmeza en la Sierra de Francia y Candelario se ve compensada con las piezas-testigo conservadas y con los esclarecedores textos de Lope y de Tirso que refieren a ella.


     Metáfora de la virtud en la mujer y figura de la lealtad en el amor que, según su hechura puede pertenecer a la familia de las medallas, o a la de los relicarios, queda como hincada en el aire sobre el sayuelo o sobre el jubón. Además de su belleza y de la originalidad de su traza, la firmeza es fiel retrato y dibuxo moral de la mujer virtuosa que la viste.
Esa utilidad como metáfora la entendió bien y la cantó el denominado vulgo por boca de autores tan representativos como Tirso y Lope.


     Entre la condición material de la firmeza y su utilización simbólica discurren varios pasajes teatrales de Tirso de Molina.


     El concepto de firmeza moral, de la que esta joya es expresión física, se baraja en los Siglos de Oro como juego manierista de espejos en relación con la fidelidad y la estabilidad que proporciona al matrimonio la honesta casada. Las joyas materiales simbolizan en esta época virtudes espirituales y morales, pero también representan la apariencia, la hipocresía y las heridas de la honra doblegada. En este sentido han de entenderse los versos de Lope en El Gran Capitán (1916:234) cuando dice por boca del personaje de Don Juan:


     

Mi fortuna rigurosa
Venció mi honor,
Que del cuello
Del alma prende por joya.


     En el Acto Primero de El pretendiente al revés (1962: 243-244), pone Tirso en boca de Carlos la siguiente reflexión sobre el ser, el parecer y el valor de la firmeza como metáfora de la virtud sobre toda mercaduría170:


     

Ya yo sé que vence ella,
La firmeza siempre viva;
Pero, aunque no la derriba,
Suele en la roca hacer mella,
Y basta para perder
La opinión, joya estimada;
Que mellada, honra o espada,
¿qué valor ha de tener? […]
Antes tendrá más ganancia
Allá la firmeza mía;
Que toda mercaduría
Baja donde no hay ganancia;
Y si en la corte dicho has
Que hay tan poca fortaleza,
Claro está que mi firmeza,
Por sola ha de valer más.


Tirso de Molina. El pretendiente al revés (1962: 243-244)


     En Quien calla otorga (1946:1420), el personaje de Tirso, Chinchilla, comentando la moda y auge imparable de esa joya en la Corte, pone el dedo en la llaga sobre la falsa apariencia de virtud en las mujeres de su tiempo, pues, so capa de firmeza y vencidas por su deseo, venden barato su virginidad quedando encinta y dejando quebrada su honra:


     

Hay en la Calle Mayor, joyerías
en que se halla mucha carne de doncellas,
y aunque ésta vale barata,
se vende en cintas.
No hay en la corte mujer
que peque ya de liviana
porque todas traen firmezas
al cuello, sino en el alma.


     En La Fingida Arcadia (1962: 1394), reitera Tirso, refiriéndose ahora a los devaneos de Lucrecia, cómo la mujer utiliza los pretendientes como muñecos a voluntad o como quien maneja diestramente un abanico; sin premura cuando se trata de firmezas y con presura cuando están en juego los diamantes:


     

Cuando me cansan los cierro,
cuando me alegran los abro,
en ellos firmezas labro,
ya diamantes, antes hierro;
sobre gustos no hay disputa.


Tirso de Mlina. La Fingida Arcadia (1962: 1394)


     Destrezas que de nuevo repite Tirso en Los balcones de Madrid (1958:1129):


     

…porque en vos tan cerca está,
en materia de firmezas
el salir como el entrar.


     Sobre la caducidad de las modas y el incesante vaivén novedoso de las joyas, es esclarecedor el siguiente texto de Navarrete, que figura como apéndice de la voz firmeza en Autoridades: «Si esta semana se usan cruces de diamantes, la que viene no se traherán sino en forma de firmezas, y la siguiente de otra manera»171.


     El papel de la firmeza-joya como símbolo y recurso femenino contrasta y se complementa con el masculino del posesivo anillo, en relación al matrimonio cuando, en los tratos de esponsales y bodas, las familias barajan conceptos de conveniencia y pacto. Pero entre estos dos símbolos, firmeza y anillo, es vencedora la firmeza. Ideas que vuelve a manejar el fraile mercedario por boca de Ventura en La celosa de sí misma (ed. de Torres Nebreda: 2005).


     

Vendamos aquestas joyas
con que alquilemos hospicios,
si no son falsas como ellas
esa firmeza y anillos


      [versos que me remiten al alboral de bodas que tradicionalmente se cantaba en Miranda del Castañar].


     

La disfrazada mujer
te quiso bien a lo fino
como dirá la firmeza,
que con treinta y dos diamantes
a lo culto, rutilantes,
te asegura su riqueza.

Seiscientos ducados da
a la primera palabra
un platero que los labra […]
mas no saben en León
de los diamantes el precio…,
por vidrios los juzgarán
los que diestros solo están
en azabaches de Asturias.


     Además de la valía de la mujer, se barajan en estos versos conceptos del oficio y comercio de la platería, como lo fino, lo culto y la calidad de los diamantes, contrapuestos al azabache, a lo villano (leonés y asturiano). La utilización metafórica de estos dos materiales (el diamante versus el azabache), en soporte y hechura de firmeza y como concepto de calidad moral, es generosamente manejada por Tirso en sus obras, porque también el vulgo y su público en general lo entendió así y lo comentaba en el día a día. Este mismo valor y sentido simbólico y moral, representado en la firmeza y el anillo, están presentes en el alboral de bodas de Miranda del Castañar. Las mismas joyas de nuevo utilizadas con idéntica intención que los clásicos del Siglo de Oro:


     

Las buenas noches le damos a todos los de la boda,
al padrino y la madrina y en particular la novia.
Ya relumbran los cubiertos, ya relucen los manteles,
señores que hayan cenado la cena les aproveche.
Esta calle está enrollada con monedas de a dos reales,
que la ha enrollado Gaspar cuando vino a enamorarte.
Si la novia lleva rosas en la vuelta del manteo
el novio lleva claveles en las cintas del sombrero.
El novio le dio a la novia un anillo de oro fino,
ella le dio su firmeza que vale más que el anillo.
Si la novia lleva rosas en la vuelta del manteo
El novio lleva claveles en las cintas del sombrero.
El padrino y la madrina te acompañarán mañana,
son almenas del castillo en que vas aprisionada.
A la puerta de la iglesia mañana darás el sí
ante Dios y ante el altar, para felices vivir.
No olvides este portal ni tan poco este enrollado,
mira que dejas en ellos los padres que te han criado172.

Alboral de bodas de Miranda del Castañar


Lámina IVC
Davias de Mogarraz. Detalle de la vuelta del manteo (clavel y lises florecidos en un corazón) con labor de sobrepuesto: “Si la novia lleva rosas en la vuelta del manteo, el novio lleva claveles en la cinta del sombrero”. Madrid. Museo del Traje).

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     En este alboral que cantan las amigas de la novia a las puertas de la casa paterna, destacan los regocijos de esponsales con la esplendidez del banquete, el hiperbólico derroche del novio, que enrolla de monedas la calle para que pise por ellas la novia, el cercano momento de los esponsales en el atrio de la iglesia y con ello cuatro ideas que son los cuatro pilares de esta canción epitalámica: el predominante papel de los padrinos (versos 2 y 9), que representan aquí la auctoritas y la traditio; la patriarcal advertencia sobre la obligación filial, de por vida, de la hija hacia sus progenitores: «no olvides», «mira» (equivalente aquí al imperativo cave latino); la protección y la posesión masculinas con que es anillada la esposa, y la vencedora firmeza femenina de lealtad (versos 11-12). Por último, el presagio de las almenas, negra metáfora del matrimonio en la mujer, encadenada y presa por un «sí quiero» (versos 9 y 10). La misma idea se repite, con una fórmula quizá menos expresiva pero no menos certera, en la letrilla siguiente que se canta en otras comarcas salmantinas:


Figura 7A
Orden y protocolo de la boda albercana en que se va de la casa a la iglesia y se vuelve.

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Por un sí que dio la novia
A la puerta de la iglesia
Por un s í que dio la novia
Entró libre y salió presa.


     Castillo Solórzano, en su Bachiller Trapaza (1617), considera la firmeza de diamantes, a ojo de pícaro, como regalo muy apropiado para la ceremonia de Dádivas [Davias en Mogarraz]: «Dióle a Serafina la joya, que era una firmeza de diamantes, muy bien labrada y de valor, cosa que ella estimó mucho por ser dádiva de quien tanto quería».


     Ambrosio de Montesinos aprovechó en su Cancionero el éxito del término firmeza como recurso literario de su tiempo y lo utilizó a lo divino en su copla de La columna del Señor (2002 [1505]: ff, 19-20). Expresó el sentido bifronte que contenía esta joya, símbolo aquí de la fidelidad del alma con Cristo (tan de seguido quebrantada), para el paso de la Flagelación, cuando los azotes y cordelazos desleales del pecador hicieron brotar sangre redentora en figura de diamantes.


     

De cordeles de aspereza
los muy finos diamantes
no serán de real firmeza
ni lo son ni fueron antes,
porque tuviste atado
al que los presos desata
sin querer aver soltado
para ser mejor tratado
que se trata.


Figura 7B
La Alberca. Orden y protocolo que se sigue en los entierros.

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